¿A quién le corresponde cuidar el amor que sentimos por el otro?
Sólo una palabra me devora
Aquella que mi corazón no dijo
Sólo me ciega y me hace infeliz
La pelea de amor que no cause
JURA SECRETA
Estamos a veces tan preocupados de que el otro nos quiera. Todas las canciones hablan de aquello; de cómo conquistar o reconquistar el cariño de nuestro objeto amado. ¿Pero qué pasa con nuestra propia fuente de amor? ¿Quién cuida de ella? ¿A quién le corresponde cuidar el amor que sentimos por el otro?
Pensamos que amar es un acto pasivo que deriva de lo hermoso que es el otro, o de las cosas buenas que trae a nuestras vidas. Enamorarse y desenamorarse parecen fenómenos espontáneos, tan naturales e involuntarios, como inevitables. El amor siempre es efecto de lo que el otro es o lo que el otro hace. Tanto si me enamoro, como si me desenamoro, el otro es “culpable”. De manera que si el amor por el otro, por desgracia, se esta debilitando, lo máximo que puedo hacer es pedirle al otro que cambie. Yo no tengo poder sobre mi propio amor.
Sin embargo, cuando el amor se va definitivamente, nos sirve de muy poco responsabilizar al otro de esta desgracia. El hecho duro e irreversible es ya no lo amamos, aunque queramos que así sea. Hay hijos de por medio, el futuro que soñamos juntos cerró sus puertas y tenemos miedo de volver a fracasar. Pero ya es muy tarde.
¿Qué pasó? no es la pregunta que nos pueda servir, porque ya pasó. La pregunta que nos puede servir es: ¿Queremos dejar que siga pasando? ¿Queremos dejar que nuestro amor, el amor que sentimos por el otro se nos vaya?
Ahí murieron ya los momentos
Un amigo me conto desconsolado un día que pensaba separarse. Ella- según él- era muy celosa, lo iba a buscar después de su trabajo y no lo dejaba estar con sus amigos. Ante la pregunta si le había dicho que no lo hiciera más, me respondió: ¡estás loco, se enojaría mucho, eso sería una pelea segura! Mi amigo prefería dejar de amarla a soportar que ella se enojara y tener una buena pelea. Tenía miedo que las peleas los separaran. Finalmente se separo por miedo a separarse.
Es increíble la cantidad de parejas que se separan con tal de evitar esos pequeños disgustos que implican decirle al otro que nos está molestando o pedirle que deje de hacer aquello que nos duele. No retroalimentamos a nuestra pareja pero si esperamos que cambie.
Al hablar de retroalimentación no me refiero a esas discusiones eternas que tenemos al volver de una fiesta, porque no quisimos conversar el tema “delante de los demás”, porque “tratamos de no echar a perder la buena onda”. Me refiero a la reacción inmediata que le deja muy claro al otro que por ese camino no debe seguir. No hablo de “reflexiones” si no de “reacciones” claras y oportunas. No son verbalizaciones, son gestos, acciones efectivas que no permitan que lo que nos disgusta o nos duele siga ocurriendo. Me refiero por ejemplo a un comentario simple e inmediato como “ese tono me está molestando”, o “eso que dijiste me dolió”. No hablo de enjuiciar al otro, sólo de informarle claramente nuestro sentimiento. Y si el otro sigue en lo mismo y no entiende el mensaje, la retirada es la acción más oportuna para evitar que el daño continúe y se agrande. Si el otro sigue tirando dardos sin darse cuenta, es el «blanco» el que tiene que moverse, es decir, nosotros. Seguir expuestos a sus flechas nos convertiría en su complice.
El propósito- no hay que perderlo de vista- no es cambiar al otro, hacerlo entrar en razón ni convencerlo, si no tan sólo evitar que siga ocurriendo lo que nos quita energía y felicidad.
Hazlo de nuevo
Debemos tener presente que siempre estamos dándole retroalimentación a los demás con nuestra conducta. Cada vez que preferimos disimular una incomodidad para evitar una «discusión», en realidad le estamos comunicandole al otro que todo esta bien. Si nos quedamos “soportando”, esperando un momento “más adecuado” para evitar una discusión pública o un “mal rato, lo que estamos haciendo en realidad es darle permiso al otro para que siga haciendo eso que nos molesta o nos ofende. Estamos dándole una retroalimentación positiva. Es decir, le estamos enseñando a que repita su conducta.
Tradicionalmente se nos aconseja no conversar «en caliente», que es mejor esperar un momento a solas, cuando los ánimos estén más calmados, para poder tener una reflexión más equilibrada. Sin embargo, lo que ocurre es que después – de la fiesta en este ejemplo- después de haber soportado calladamente, disimuladamente lo que nos molesta, llegamos a casa muy cargados negativamente contra el otro. Lo más probable es que el estado emocional sea tan malo que el único propósito de la conversación-discusión, sea descargarse. Entonces salen los juicios, las generalizaciones, el pasado, el “tu siempre”, el “tú nunca”. Nada bueno saldrá de allí.
Si no damos una retroalimentación oportuna, perdemos ya los momentos. Perdemos la oportunidad de mostrarle al otro la acción específica que nos está alterando en mismo momento que nos altera, perdemos también la oportunidad de evitar que siga curriendo. Y lo más importante, perdemos la oportunidad de hacernos responsables de lo que nos ocurre. Y esa conversación que tratamos de evitar, la tenemos igual, y se repite incansablemente, pero dentro de nuestra cabeza; la palabra que no dijimos y que después mascullamos y rumiamos solos sin podernos dormir. Al día siguiente nos levantamos, sorprendidos de lo cansados que estamos.
Somos los principales y primeros responsables de cuidarnos. Nadie mejor que nosotros sabe donde nos “aprieta el zapato”. La responsabilidad de mostrarle claramente al otro que acto suyo está provocando en ese momento nuestra incomodidad, es sólo nuestra. El otro no puede adivinar cuando te esta «pisando los callos», menos lo puede predecir (más aun cuando la vez anterior nos quedamos callados). Por otra parte, las conversaciones posteriores del tipo “con eso que hiciste me faltaste el respeto” no sirven de mucho y se vivencian como injustas, porque el otro no tiene como saber necesariamente con qué actos te sientes irrespetado, menos si no se los has mostrado anteriormente.
Cuidarse y ponerle límites a los demás en un ambiente amoroso, requiere estar conectados con lo que nos pasa y saber comunicarlo a tiempo. Tambien requiere tener compasión y comprender que el otro no puede adivinar que sentimos, ni saber cuando nos puede estar pasando a llevar. Por lo tanto, nuestra comunicación debe ser firme pero amorosa. Es decir, asumir que el sentimiento es nuestro, pero que el otro debe respetarlo.
No se trata de hacerle «una lista» de lo que no se debe hacer con nosotros. No podemos delegar en el otro nuestro propio cuidado, es una responsabilidad propia y permanente. Esto incluye estar comunicados con otro en forma constante, retroalimentarlo, en lo positivo y en lo negativo. Y sobre todo de forma oportuna. Ninguna «conversación posterior» puede reemplazar el efecto poderoso de poner el límite en momento preciso que esta siendo traspasado. Porque cuidarnos es no permitir que continue aquello que nos quita la energía, aquello que nos desgasta, aquello que va matando nuestro amor. En ese instante, cuidarnos y cuidar nuestro amor es lo mismo.
Só uma palavra me devora
Aquela que meu coração não diz
Só o que me cega, o que me faz infeliz
A briga de amor que não causei
JURA SECRETA
http://www.youtube.com/watch?v=bkswF5nFd0M
Llevo diez años de matrimonio. La falta de cuidado y atención de mi esposo a nuestra relación de pareja, el tiempo que deberíamos dedicarnos como pareja parece que sólo ha sido una necesidad para mí y no para él. Eso me ha hecho sentir que no soy tan importante para él como pareja y compañera sino más bien como «la esposa», «la madre» y «el apoyo» para los proyectos. Es algo que a comienzos del matrimonio con actitudes muy explosivas se lo hacía saber, con el tiempo fui cambiando la táctica y suavizando la situación pero al parecer al hombre le cuesta comprenderlo porque su actitud sigue siendo la misma. Cambiar por un mes o una semanas y luego todo lo dicho se va al tanque de la basura. El aburrimiento, monotonía, rutina sumado a su descuido y ahora no sé si haberlo tolerado tanto tiempo, han hecho que hoy sólo sienta un gran deseo de que mi vida cambie pero no junto a él, un gran deseo de libertad y de ser feliz pero ya no junto a él.
Decidí separarme, pero esta vez como otras más ha dicho que cambiará y para ser franca, ya estoy hastiada y fastidiada. ´¨El no lo entiende ni lo han entendido nunca, ya me cansé de explicarlo, ahora sólo quiero descanso, alivio, irme, libertad, un nuevo camino, pero no junto a él.
Katerine
Puedo entender y empatizar con tu cansancio y decepción. Veo que es tal que estas dispuesta a descartar 10 años de relación no satisfactoria. Imagino que debe ser doloroso para ti. Es posible que pienses que hiciste todo lo posible para que tu cariño no se te fuera.
Sin embargo quisiera ofrecerte una distinción. Es diferente esperar que nuestra pareja se comporte como nosotros queremos que se comporte. Esas son NUESTRAS expectativas, legitimas, pero no es obligación que nuestra pareja tenga las mismas. Otra cosa muy diferente es que seamos capaces de lograr verdaderos ACUERDOS.
Los acuerdos, como bien dice la palabra, son aquellos comportamientos, actitudes, que ambos miembros de la pareja definen en común como importantes para ambos. Las expectativas son personales, los acuerdos son de pareja.
Tú hablas de «La falta de cuidado y atención de mi esposo a nuestra relación de pareja». Es posible que tu esposo espere de la relación de pareja algo diferente a ti. Puede que, por un rato, para darte gusto, haya tratado de cumplir tus expectativas, pero lo que no se siente propio, se «cae», se «olvida». Nada obligado puede sostenerse en el tiempo. Se hace por miedo, por temor, pero cuando el temor cede, nos olvidamos. Tal vez tu marido no hacia lo que tú querías, porque era lo que TU querías, no lo que AMBOS querían.
El mundo de los acuerdos requiere una conversación muy distinta al temor y a la obligación. Debe salir de la confianza, del respeto por nuestras diferencias de expectativas. Supone un deseo autentico de compartir lo que en verdad somos y deseamos. Implica también saber NEGOCIAR las cosas que no estamos de acuerdo, como cuando vamos al cine y no tenemos los mismos gustos pero el valor de estar juntos es más importante que la película. A veces vemos la película que le gusta al otro y otras veces la que nos gusta a nosotros.
Karina, tienes toda la razón. No hay razón para aceptar la rutina y el aburrimiento, principalmente porque ambas solo ocurren si nosotros mismo somos rutinarios. Nunca el otro podrá salvarnos del aburrimiento, porque el aburrimiento es algo que nosotros generamos al hacer siempre lo mismo, esperando que suceda algo distinto. Quizás el asunto no es tratar de distintas maneras que el otro haga lo que lo que esperamos, si no nosotros hacer algo diferente: explorar que nos gusta a ambos, que nos motiva realmente a los dos, que nos conmueve, para diseñar los sueños comunes que ambos- sin temor ni obligación-gozaremos de alimentar cada día.
Lo que no hace feliz a ambos, nunca te hará feliz a ti.
Alvaro Godoy Haeberle
Muchas gracias Dr. Alvaro por tomarse el tiempo de comentar con respecto a mi caso.
Sabes Doctor, a pesar de querer irme siento un vacio inmenso, siento un gran dolor en mi corazón, me siento culpable de no querer dar esa otra oportunidad pedida. Mis padres, mis familiares me dicen que piense muy bien lo que estoy haciendo, porque dicen que mi esposo no es un mal hombre, que piense en lo mucho que sufrirá mi hijita de seis años y eso es algo que en algún momento me hace pensar en mí viendome como si fuera un mounstruo que está destruyendo algo importante, también me dicen que cómo voy a hacer con la casa tan bonita que tengo y que si me separo Dios no va a bendecirme con todo lo material como lo tengo hasta ahora. Pero al pensar entonces en quedarme siento como si me quedara en un lago de agua estancada. Mi esposo me dice que le dé la oportunidad de ser diferente, pero siento que si me quedo es como si me estuviera resignando a aceptar que mi vida estará llena de lo mismo y no es lo que quiero. Me siento tan pero tan lejos como para querer regresar aunque siento mucho dolor por lo que sucede. Siento que me duelo no amar, siento que me duele no querer quedarme, siento que me duele no querer intentarlo una vez más.
Doctor Alvaro, dígame si realmente estoy haciendo mal por sentir lo que siento! Siento que estoy en el borde un abismo al cual quiero saltar para huir de lo que está detrás!
Katerine
Creo que nunca esta mal lo que sentimos, pero sin duda por lo que compartes, lo que sientes te hace sentir mal, que es algo diferente.
Tus palabras son muy honestas y reflejan dolor y confusión. El dolor es una noticia que hay que saber leer con calma. Creo que debes honrar la duda que tienes y darte una oportunidad de aclarar tus sentimientos antes de tomar una decisión.
Te sugiero leer dos articulos de nuestro blog que te pueden ayudar a tener mas claridad. El primero tiene que ver con las preguntas que es bueno responderse antes de separarse:
http://ceppas.cl/las-preguntas-que-hay-que-responder-antes-de-separarse/
El segundo habla de como nuestros juicios pueden llevarnos a tomar decisiones que chocan con nuestros sentimientos mas profundos. Alli cuento de un caso que puede ser parecido al tuyo:
http://ceppas.cl/prefieres-tener-la-razon-o-ser-feliz
Cuenta con nuestra ayuda.
Alvaro Godoy Haeberle
Hola Dr. Alvaro:
Un millón de gracias por su generosa ayuda.
Durante estos tres días estuve meditando con respecto a lo que me sugiere en su última respuesta: aquello de que «el dolor es una noticia que hay que saber leer con calma» es algo que me puso a pensar en qué es lo que realmente me duele de todo esto y me dí cuenta que en mí persiste el dolor no a la pérdida de mi pareja, sino, el dolor que me produce saberlo tan vulnerable, verlo llorar desgarradamente, echarse la culpa de lo que no hizo a tiempo teniendo oportunidad. Dolor que siento de causarle dolor a él.
Me causa dolor pensar en el dolor que puede esto causar a mi hija por el apego con su papá y sentir que no seré capaz de verla así.
Ayer tuvimos un momento de conversación en el que casi discutimos pero logramos conversar expresé cómo me sentía y lo que quería y cuando lo ví llorar sentía un pesar por su sufrimiento. Entonces reflexionaba en que si eso que estaba sintiendo era suficiente razón para quedarme. Pareciera que estuviera viendome a mí misma tiempo atrás llorando todas las veces que ví que era inútil cada intento por que todo mejorara y cada vez que me hacía sentir en segundo lugar para él, con la diferencia que yo siempre lo hice en silencio sin decirlo a nadie ni explotar en llanto delante de nadie.
Escuchaba sus lamentos como auto compadeciéndose y pensé en cómo había perdido toda admiración por ese hombre y lo único que podía hacer era acariciar su cabeza, pedirle perdón y consolarle y me preguntaba por qué esperar a que estas cosas sucedan.
También revisé los artículos que me sugirió leer y traté de responder lo más concienzudamente posible las preguntas y me dí cuenta a través de ellas que tengo claro por qué quiero separarme pues mi decisión se ha mantenido por lo menos tres meses consecutivos a pesar de la duda.
Con respecto a tener la razón o ser feliz, se habla de hechos y juicios y no sé si está bien decir que los hechos del pasado y formas de actuar de mi esposo me han conllevado a crear juicios en mi mente viendo a mi esposo como una persona inmadura, explosiva, a la que me toca empujar hacia todo y como si yo fuera de algún modo una muleta a pesar de ser menor que él (yo 31 y él 38). Algo así como una mamá criando y enseñando. Me decía que él poco a poco ha ido cambiando, que todavía está en el proceso y yo me pregunto si es esa mi misión en este matrimonio.
Y no sé si es por eso que me duele pensar que no podrá superar el dolor que le causa la separación, a mí me duele, pero creo que de tanto dolor sentido en mi matrimonio y he llegado hasta aquí hoy puedo decir que tengo la fortaleza para superar muchas cosas, todo eso me ha hecho fuerte y me hace pensar que nada es para siempre, no haciendo pensar así para con él… siento, lo veo y lo creo inmaduro y débil.
Esa es la razón de mi dolor a parte del miedo a equivocarme al tomar la desición, de quedarme por la razón incorrecta o a irme y ser la culpable de que algo malo le pase a él y a mi hija, aunque he tratado de instruirme y ahorrar para buscar ayuda profesional para mi hija y para mí en caso de necesitarlo. No quiero hacer las cosas de cualquier modo, ni quiero crear conflictos, sólo quiero descansar y decir ya no más.
Siento que me estoy desvaneciendo sin saber qué es lo correcto!
GRACIAS DE NUEVO DR. ALVARO. APRECIO Y ES IMPORTANTE PARA MI SU RESPUESTA
aaahhh otra pregunta «¿está bien o mal que quiera de alguna forma ayudarlo aconsejándole lo que he aprendido de la separación en este página?»
Lo que dice tiene mucha logicapero cuando es el esposo quiien pierde el animo el entusiasmo por querer arrehlar las cosas todo se complica
Llevo menos de jn año que me uni y nuestra relaciion a sido mas peleas que momentos felices el se escuda diciendo que yo soy la q lo asfixia con mis celos yo le pido que el me ayude a cambiar pero al contrario me miente y descubro sus mentiras y mis celos suben de nivel coneso yo no quiero perdeelo tenemos un bebe de 7 meses y no quisoera q le afecten los problemas que acasionamos sus padres