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APEGO ANSIOSO EN PAREJA

APEGO ANSIOSO EN PAREJA

Por Ps. Dr. Alejandra Godoy H.

¿Sientes a veces que tu pareja pone distancia, que no te prioriza? ¿Sientes que tú eres más demostrativo y entregas más a la relación que tu pareja? Quizás estés entre los que se sienten inseguros y se ponen ansiosos en el amor.

Estas tendencias forman parte de lo que se conoce como Apego Inseguro Ansioso-Dependiente. Todos nosotros necesitamos construir vínculos afectivos sanos y estrechos durante la infancia para que, cuando adultos, podamos movernos seguros dentro de nuestras relaciones afectivas. Esto es lo que se llama apego y nos influye no solo en cómo nos sentimos sino que también en lo que pensamos.

Existen principalmente cuatro tipos de apego según como sea la combinación entre tu autoimagen y la imagen que tengas de los demás. En un polo está el apego seguro, en que hay una imagen positiva tanto de ti mismo como de los otros. Y en el otro polo estarían tres estilos de apego inseguro: el ansioso, el evitativo y el ambivalente. Quienes goza de un apego seguro regulan sus experiencias emocionales manteniendo un adecuado equilibrio entre cercanía y distancia, en tanto que los inseguros se inclinan – en exceso – ya sea hacia la dependencia, hacia la desconexión o hacia ambos.Los ansiosos poseen una imagen negativa de sí mismo, pero una positiva de los demás, aunque los ven como reacios a comprometerse y a entregarse totalmente. Como no se creen muy inteligentes y se perciben un tanto débiles, dudan de su propia valía y de cuán queribles son realmente. Es por ello que su autoestima depende de como los evalúen los otros. Así su autonomía se torna deficiente, pasan a sentirse de algún modo como indefensos y pueden caer en actitudes sumisas y complacientes.

Cuando niños percibieron que sus padres los trataban de forma ambivalente, impredecible e injusta. A veces eran afectuosos con ellos, cálidos, consentidores e inclusive dificultaron que se independizaran al sobreprotegerlos y evitar que asumieran riesgos. Pero en otros momentos eran indiferentes, insensibles y los castigaban sin mayor motivo. Así se fueron tornando hipersensibles y con tendencia a angustiarse fácilmente en el ámbito afectivo.

Cuando adultos las relaciones amorosas les son demasiado importantes y no les gusta pasar mucho tiempo solos. Suelen enamorarse de forma rápida e impulsiva, mostrando una intensa y temprana apertura emocional. Acostumbran iniciarse muy temprano en su vida sexual, a veces para que el otro no se enoje y los pueda abandonar. En general usan el sexo para sentirse más cerca y queridos, no tanto para la gratificación sexual. Si se sienten inseguros de su pareja, pueden perder el deseo y algunas mujeres caen en relaciones de dominación-sumisión.

Al comienzo de una relación idealizan a su pareja, pero luego inevitablemente se decepcionan porque no la ven capaz de comprometerse tanto como ellos ni de entregarles un “amor verdadero”. Sienten que no hay reciprocidad, que les pone distancia, que es injusta o incluso que abusa, sintiéndose al final víctimas, utilizados, explotados o maltratados. Y es que para que los amen suelen adaptaron en exceso al otro hasta cuasi perder su individualidad, mostrándose demasiado obsequiosos y obedientes en vez de buscar su propia autonomía. A lo largo de la relación van poniendo a prueba a su pareja para comprobar si realmente los ama y si está plenamente comprometida, fijándose en si los cuida, si los acompaña a sus cosas, si los ayuda a resolver sus problemas e incluso en si es generosa en los regalos que le hace, como ellos sí lo son.

Por su miedo latente a ser abandonados requieren de una estrecha cercanía física que les entregue la ilusión de control sobre la relación. Si la pareja se distancia – aunque sea de manera transitoria – ya sea física o emocionalmente se sienten amenazados y se enojan, le reprochan que ya no les pone atención como antes, que no les contestan enseguida, que prefiere estar con otra gente u ocupada en sus cosas. Se pueden obsesionar tanto que hasta tienen dificultad para concentrarse bien en su trabajo. Llaman o mandan mensajes insistentemente como un modo de asegurarse la presencia de la pareja, aunque sea forzadamente.

Cuando no se sienten queridos como esperan, caen en altibajos emocionales, celos, amenazas, chantajes y reacciones de rabia, pudiendo descontrolarse y tener condcutas destructivas. A veces se comportan autodestructivamente para que su pareja se sienta culpable. En estos casos se vuelven aún más exigentes y más dependientes, quieren estar siempre en contacto, saber dónde está en cada momento y que los segurise confirmándoles su amor lo más seguido posible. Debido a su profunda inseguridad son muy susceptibles y tienden a manipular exacerbando su necesidad de afecto o amplificando su malestar con el fin de presionarla para respondan a sus expectativas.

Si su pareja frustra sus expectativas pueden experimentar una intensa rabia y exigen que les pida perdón. O se van al otro extremo y la ignoran, algunos hasta se involucran con terceras personas y amenazan con terminar la relación. Pero lo más frecuente es que arrastren por largo tiempo la decisión de separarse, pese a que les es evidente hace mucho que ya no les está funcionando como ellos quisieran. Aunque se sientan infelices les es preferible continuar igual que sucumbir en ese pozo de soledad en que se sienten vacíos. Y es que les cuesta mucho construirse una vida sin pareja.

Si finalmente se rompe la relación, muestran una muy escasa tolerancia al dolor, reaccionando con altos niveles de sufrimiento. Por lo general, si alguien los rechaza o si son abandonados, quedan devastados y se preguntan en qué se equivocaron. Mientras que algunos se quedan pegados a su expareja, muchos optan por buscar rápidamente otra pareja a la cual aferrarse. Así que después de lo que parecía un sufrimiento muy intenso y que sería eterno, este tiende a desaparece como por encanto al encontrar a esa otra persona.

APEGO SEGURO EN PAREJA

APEGO SEGURO EN PAREJA

¿Te sientes querido y seguro dentro de tu relación de pareja?¿No te sientes ni privado de tu libertad ni dejado de lado? ¿Para sentirte cómodo no necesitas ni distanciarte ni aproximarte tanto?

Estas tendencias forman parte de lo que se conoce como ‘Apego Seguro’. Para sentirnos a salvo dentro de una relación de pareja necesitamos haber podido construir vínculos afectivos sanos y estrechos durante la infancia. Nuestro estilo de apego influye no solo en cómo nos sentimos sino que también en cómo pensamos.

Existen principalmente cuatro tipos de apego según como sea la combinación entre nuestra autoimagen y la imagen que tengamos de los demás. En un polo estaría el apego seguro caracterizado por una imagen positiva de sí mismo como de los otros. Y en el otro polo se ubicarían tres estilos de apego inseguro: el ansioso, el evitativo y el ambivalente.

Quienes tienen un Apego Seguro poseen una imagen positiva tanto respecto de sí mismos como de los demás. Como básicamente confían en sus fortalezas y en sus habilidades, poseen una autoestima equilibrada, sin mayores dudas acerca de su valía, pero tampoco presentan rasgos narcisistas. Asimismo creen que los demás son por lo general bien intencionados, bondadosos y dignos de fe.

Se mueven en el mundo con una actitud relajada y aunque les agrada estar con otras personas, no son dependientes y se hacen cargo de ellos mismos de forma autónoma, sin temerle a la soledad. No necesitan de la validación externa ni de una aceptación o afecto incondicional, a pesar de que sí pueden pedir ayuda cuando la requieren. Tienden a ser agradables, amables, auténticos, abiertos, flexibles, confiables y empáticos.

Fueron criados por padres o cuidadores habitualmente predecibles y directos, mostrando fortaleza, sensibilidad y muchas veces también sabiduría para interpretar y responder a las necesidades razonables del niño. Demás está agregar que fueron cálidos y afectuosos, aunque sin caer en la aceptación total, habiéndole puesto límites y enseñándoles a ser responsables con sus obligaciones.

Dado que cuando adultos no están apremiados por necesidades afectivas imperiosas o por el miedo a la soledad, suelen elegir a su pareja dándose un tiempo para conocerla mejor. Estando dentro de una relación se sienten cómodos tanto en situaciones de estrecha intimidad emocional como en los momentos de distancia, manteniendo un sano equilibrio entre aproximarse y alejarse. Al predominar la estabilidad emocional y regular adecuadamente sus experiencias, suelen construir relaciones interpersonales profundas, pero sin perder su propia independencia. Como tienden a emparejarse con alguien que también es seguro afectivamente, sus vínculos resultan ser más satisfactorios y de larga data. Si llegase a producirse una separación elaboran mejor la ruptura y dejan pasar un largo rato antes de volver a emparejarse.

A pesar de que creen en la existencia de un amor real y profundo, las expectativas que han construido son realistas y no demasiado altas. Saben que toda relación adolece de falencias, que dista de ser perfecta y que siempre estará sujeta a inevitables altibajos, aunque en el fondo prevalezca el afecto. Acostumbran no caer en discusiones por aspectos menores, pero ello no quiere decir que eviten los conflictos, expresando sus desacuerdos de un modo constructivo y controladamente, sin hostilidad y sin asumir un rol de víctima. Intentan resolver las diferencias mediante negociaciones porque están conscientes que los lazos de pareja perduran gracias a la seducción y no por imposición de obligaciones. Aunque buscan la reciprocidad, pueden ser generosos. Además son capaces de reconocer cuando están equivocados y no les cuesta perdonar.

Pese a que perciben las debilidades o deficiencias de su pareja, por lo general las aceptan y mantienen una imagen positiva de ella. Como se sienten queridos es difícil que aparezca un temor irracional a ser abandonados. Los aspectos más importantes de la relación – tal como el afectivo, el sexual y la solidaridad con el otro – los ponderan en función de las necesidades de ambos o de las circunstancias del momento, no desde lo que les apetece individualmente.

En el ámbito de la sexualidad consideran la masturbación como una necesidad biológica natural y la integran de forma saludable a su repertorio de actividades sexuales. Enfocan las experiencias sexuales con su pareja desde una mirada abierta y positiva, sin permitir que se interpongan luchas de poder y disfrutan tanto del sexo propiamente tal como del simple contacto físico. Valoran la calidad de la relación sexual por sobre la cantidad, sintiéndose más satisfechos que el promedio de la población. Las distintas disfunciones sexuales no son comunes entre quienes gozan de un apego seguro.

Al ser más maduros, equilibrados, estables emocionalmente y con menor propensión a mentir y a engañar, la probabilidad que incurran en conductas infieles es mucho menor. Rara vez caen en períodos promiscuos y no se involucran con alguien que ya está emparejado. Si su pareja ha sido infiel creen que en el trasfondo habría una responsabilidad compartida, en que ambos han cooperado en alguna medida. Atribuyen la infidelidad a importantes conflictos o insatisfacciones, ya sean sean derivadas de problemáticas en la comunicación y/o de otras dificultades. Aún así, de todos modos la conciben como una seria ruptura del pacto de exclusividad asumida explícitamente por ambos y eventualmente se traduce en la disminución de la confianza en la pareja. Es decir, es claramente significada como una transgresión relacional..

El «Chipe Libre» y algunos mitos en torno al amor

El «Chipe Libre» y algunos mitos en torno al amor

Si se trata de un amor verdadero, no nos atraerán otras personas, no seremos nunca infieles y querremos satisfacer todas nuestras necesidades afectivas y pasionales únicamente con la persona amada, en todo momento y durante toda la vida.

Estas creencias son algunos de los mitos que existen en torno al amor romántico y que la nueva teleserie nocturna del canal 13 pondrá arriba de la mesa, cuestionando nuestra forma de vivir en pareja. “Chipe Libre” ha suscitado anticipadamente mucho revuelo debido al controvertido tema que muestra. En algunos medios nos han entrevistado para recabar nuestra opinión en calidad de especialistas en terapia de pareja. Acá les ampliamos nuestra posición al respecto.

Los mitos que se han construido en torno al amor son tantos y generan tantas complicaciones a la pareja actual que ameritan un serio proceso de desmitificación, de repensar los supuestos que nos mueven en una relación, lo cual expondremos en detalle en un próximo libro. Por ahora nos centraremos en aquellas creencias que guardan relación con esta propuesta de “chipe libre”, especialmente el mito de la monogamia y de la fidelidad.

Según el mito de la monogamia, los seres humanos nos hemos inclinado desde siempre por tener una sóla pareja durante toda la vida; y, según el mito de la fidelidad, quien está realmente enamorado no sentirá atracción por otras personas, por lo que ser fiel le fluirá sin esfuerzo. Se presume que estas tendencias son naturales, genéticas, consustanciales al ser humano y, por tanto universales, es decir, habrían existido en toda cultura y en todo período histórico hasta la actualidad.

Sin embargo, esto no es así. De acuerdo con los expertos, los hallazgos de investigaciones en distintos campos (historia, antropología, socio-biología y neurociencia) han demostrado fehacientemente que dichas creencias respecto de la monogamia y de la fidelidad son un mito. Por ejemplo, a lo largo de su historia el homo sapiens ha adoptado distintas modalidades de unión sexual: monogamia, poligamia, poliandria y promiscuidad. Y hoy en día es muy frecuente la monogamia sucesiva o serial, suerte de poligamia encubierta en que se va rotando de pareja exclusiva cada cierto tiempo.

Por su parte el adulterio y la infidelidad han existido desde que se reglamentaron las primeras uniones de pareja en la Antigüedad y, desde el punto de vista estadístico, sería una conducta «normal», dada su alta incidencia: hasta un 75% en los hombres y hasta un 60% en las mujeres. La predisposición de una determinada persona hacia la monogamia y la fidelidad responde tanto a contextos socio-culturales como a factores relacionales e individuales, algunos genéticos y otros por personalidad. Entonces, hoy existirían en occidente dos grandes opciones: una hacia la poligamia (liberalidad sexual) y otra hacia la monogamia (fidelidad y exclusividad).

Hay que tener claro que hoy vivimos en una cultura posmoderna – hedonista e individualista – donde los vínculos parecen más débiles y donde cualquier goce sería legitimo. No es de extrañar en este contexto que se desconfíe de la entrega y de los compromisos, se aspire a una total libertad y a ser completamente auténticos. Es dentro de esta forma de vivir donde caben estas nuevas tendencias como la monogamia serial, parejas abiertas, amor libre, swingers y este “chipe libre” que nos convoca.

No obstante, por otro lado, en el siglo XXI, todavía altos porcentajes de la población se casan por amor, literalmente se juran amor eterno hasta que la muerte los separe, se prometen fidelidad, construyen vínculos fuertes, consideran la monogamia como un ideal, optan por ser fieles y la gran mayoría opina que el adulterio es una conducta negativa que acarrea serias consecuencias. Esto último se debería a que en las relaciones de pareja impera – explícita o implícitamente – un contrato de fidelidad que se asocia a conceptos tales como confianza, honradez, lealtad y sinceridad. Ello a su vez deviene de un adoctrinamiento cultural de muy larga data, donde la monogamia se ha constituido en un valor ideal tan fuertemente arraigado que, si lo trasgredimos, inevitablemente afectará a todos los involucrados en el triángulo amoroso. De acuerdo con la visión popular del amor romántico que reina en nuestra cultura, dicha trasgresión será leída como ausencia de amor verdadero y por tanto ocasionará dolor, desconfianza y distancia. Recordemos que más que el hecho en sí, lo que nos afecta es la interpretación que nosotros mismos hagamos de ese hecho.

Suponemos que en la teleserie, por ser justamente una teleserie, la pareja que es “aconsejada”(sic) a practicar este “chipe libre” fluctuará típicamente entre sentirse felices ante esta novedosa libertad y probablemente se involucrarán afectiva y sexualmente con otras personas, para culminar en ese manido happy end en que ambos se dan cuenta que el amor verdadero era su propia pareja.

Pero, si se tratase de una pareja de la vida real, el riesgo de terminar separándose es bastante alto, ya que el estar con una persona nueva se activan todos esos intensos procesos bioquímicos propios de las primeras fases de una relación de pareja que pueden conducir al obnubilamiento y a la confusión afectiva. Pueden confundir el enamoramiento pasajero con el amor sexual maduro. Lo que sí es seguro es que más de alguien va a terminar inevitablemente siendo dañado y sufrirá: cualquiera de los dos miembros de la pareja, la relación misma o, sino, la tercera persona del triángulo.

Bajo deseo sexual en hombres jóvenes: rol de la Testosterona

Bajo deseo sexual en hombres jóvenes: rol de la Testosterona

La testosterona (T) es imprescindible para el deseo sexual y la erección. En las últimas dos décadas ha aumentado ostensiblemente la cantidad de hombres jóvenes con niveles anormalmente bajos de esta hormona y, consecuentemente, también han aumentado significativamente las disfunciones sexuales masculinas. Es fundamental que en cada paciente se indague a qué se debe la disminución de T en su caso en particular. La terapia de reemplazo hormonal es el tratamiento indicado en general para el hipogonadismo en hombres mayores, pero en los jóvenes no sería aconsejable dada los riesgos para su salud en el largo plazo. Al igual que con la fiebre, no se debería atacar simplemente el síntoma sin haber identificado la causa de fondo.

Además, la relación entre T y disfunción sexual es bastante compleja, por lo que no basta con regular sus niveles para recuperar la funcionalidad. Por un lado, la medición de T de la mayoría de los jóvenes que sufren de bajo deseo sexual o Deseo Sexual Hipoactivo (DSH) es perfectamente normal, siendo estos los pacientes que más nos consultan en CEPPAS (Centro de la Persona, la Pareja y la Sexualidad). Por otro lado, a pesar de que muchos hombres mayores de 60 años que presentan graves déficits de T, logran mantener su deseo sexual. Por lo tanto, este sería un factor que – aunque muy importante – contribuye a la aparición y mantenimiento del síntoma sexual, pero ni es el único ni es necesariamente el decisivo.

El hipogonadismo, término médico que se aplica cuando los testículos no pueden producir la cantidad adecuada de T, puede ser congénito o adquirido. Si bien las posibles causas del tipo adquirido son muy variadas, su incremento en hombres jóvenes esencialmente sanos ha sido atribuido a factores muy específicos: ambientales (polución, uso de aparatos electrónicos), exceso de entrenamiento deportivo y obesidad, pero por lejos el factor que se señala como el más decisivo es el estrés. La secuencia sería la siguiente: el estrés aumenta el nivel de cortisol y el cortisol disminuye la producción de T, pudiendo además provocar problemas de fertilidad al disminuir la cantidad de espermatozoides.

Parte importante del proceso de diagnóstico es el examen de sangre que indica los niveles de T. Sin embargo, no existe consenso entre los especialistas ni respecto al nivel límite para diagnosticar el hipogonadismo ni tampoco bajo cuáles condiciones se debería aplicar la terapia de reemplazo en hombres jóvenes. La Sociedad Americana de Endocrinología ha manifestado su preocupación debido a que en la última década se han triplicado el número de casos que han recibido dicho tratamiento, cuestionando el que se estaría indicando para niveles normales en su rango inferior así como también para quienes no presentan déficits de T, sino que solamente están cansados o deprimidos. Agregan que muchos urólogos están prescribiéndolo sin contar con un diagnóstico fehaciente de hipogonadismo propiamente tal y sin tener en cuenta los riesgos.

Como faltan estudios a gran escala para evaluar la eficacia y seguridad de estas terapias de reemplazo de T, aun se ignora cuáles podrían son todos sus efectos adversos a largo plazo. Los endocrinólogos señalan que, como no se trata precisamente de un fármaco sin riesgos, el aplicarla de manera prolongada desde edad tan temprana podría traer graves consecuencias más adelante. Lo que sí se sabe es que pueden aumentar la incidencia de cáncer de próstata, acné, enfermedades cardiovasculares, atrofia testicular, apnea del sueño y engrosamiento de la sangre.

Frente a esta situación, los hombres jóvenes deberían considerar seriamente la relación riesgo-beneficio. Mientras algunos especialistas consideran que es una solución posible, otros estiman que este tratamiento puede provocar más efectos negativos que positivos. De todos modos, esta decisión tan personal debería tomarse después de que un endocrinólogo les informe detalladamente de los peligros implícitos.

Ahora, como es el estrés el factor base que más frecuentemente está asociada a los déficits serios de T, los pacientes deberían tratar de disminuirlo mediante psicoterapia y técnicas ad hoc: yoga, meditación y ejercicios de respiración. Dado que las causales de estrés en los casos de DSH selectivo – aquél que se presenta únicamente con la pareja estable – suelen asociarse a ciertas dinámicas de pareja, sería recomendable asimismo someterse a una terapia de pareja.

¡No llego al orgasmo, no puedo eyacular!: Anorgasmia Coital Masculina y Eyaculación Retardada

¡No llego al orgasmo, no puedo eyacular!: Anorgasmia Coital Masculina y Eyaculación Retardada

No crean que solo las mujeres pueden tener dificultades para llegar al orgasmo y hoy en día no solo ellas caen en la tentación de fingirlos. Actualmente son cada vez más los hombres que no logran eyacular ni sentir un orgasmo estando en vagina, por más que sí sienten deseo sexual, tienen una erección firme, han recibido una adecuada estimulación sexual y han ejecutado suficientes movimientos coitales de penetración.

Tal como han aumentado en general las disfunciones sexuales masculinas, también se han incrementado algunas que antes eran casi inexistentes y han surgido otras nuevas. Pero lo interesante todos estos casos reúnen ciertas características comunes muy especiales. La inmensa mayoría de los afectados son hombres jóvenes y sanos, emparejados y enamorados de su mujer, pero con quien no pueden funcionar sexualmente, a pesar de que sí lo hacen perfectamente a solas (masturbación) y eventualmente también con otras mujeres.

Es decir, aunque quisieran y se esfuerzan en lograrlo, no pueden desempeñarse sexualmente bien con la propia pareja, lo cual lógicamente los tiene muy angustiados. Ellos nos cuentan en la consulta que nunca antes les había pasado algo así y que durante un tiempo relativamente largo, funcionaron satisfactoriamente, tanto con otras parejas anteriores como asimismo con su mujer actual, pero únicamente en los inicios de la relación. Estos son los casos en que los hombres fingen un orgasmo para esconderle el problema a su pareja, ya sea por vergüenza o para no afectar la autoestima de ella o para evitarse un conflicto. Pero sea por la razón que fuese, este fingimiento está denotando claramente que hay serias falencias en la comunicación entre ambos.

Entre las disfunciones sexuales masculinas que más se han incrementado últimamente, fuera del Deseo Sexual Hipoactivo, de la Disfunción Eréctil en jóvenes sanos y de la Eyaculación Precoz adquirida, se encuentra la Anorgasmia Coital Masculina (ACM). Para poder entender este cuadro lo primero que habría que tener muy claro es que el orgasmo no es lo mismo que la eyaculación. En este sentido, si bien no es lo más común, tal como algunos hombres pueden eyacular sin tener orgasmo, también pueden alcanzar un orgasmo sin haber eyaculado. Así que orgasmo y eyaculación, aunque suelen darse al mismo tiempo, no son equivalentes y pueden producirse en forma separada. El orgasmo apunta a la percepción de las contracciones internas que conducen a la sensación subjetiva consciente del placer y satisfacción sexual; en tanto que la eyaculación sería netamente la expulsión del semen a través de la uretra.

En el famoso manual de enfermedades mentales vigente, el DSM-IV-R, no se hace una distinción entre los desórdenes de eyaculación y los desórdenes orgásmicos, como si ambos estuviesen inseparablemente unidos, no solamente desde una perspectiva temporal sino que también fisiológica así como subjetiva. Actualmente tanto los urólogos como muchos sexólogos diferencian explícitamente ambos procesos; en otras palabras, estiman que una cosa es la incapacidad de eyacular y otra muy distinta es la dificultad de alcanzar el orgasmo. Entre los trastornos eyaculatorios más conocidos podemos mencionar: retrógrada, aneyaculación y retardada.

Muy brevemente, la Eyaculación Retrógrada se refiere a aquellos casos en que el líquido seminal no puede ser expulsado a través de la uretra, ya que éste se ha redireccionado hacia la vejiga y allí se mezcla con la orina. Sus causas generalmente son de índole biológica. Por su parte, en la Aneyaculación también existe una total ausencia de eyaculación, pero acá no se debe a que el semen se haya vuelto hacia adentro, sino a otras causas, muchas de ellas orgánicas. En tanto que en la Eyaculación Retardada sí habría expulsión del líquido seminal, pero esta tarda demasiado en producirse y en ocasiones simplemente no se llega a expulsarlo. En estos últimos dos síndromes la sensación orgásmica puede eventualmente existir, aunque con distintos grados de intensidad y frecuencia. Cuando el hombre tiene erección pero no logra casi nunca llegar al orgasmo, estaríamos hablando de desórdenes orgásmicos, donde la respuesta de erección – aunque normal – se encuentra disociada de la sensación subjetiva de excitación.

Así que el concepto de Anorgasmia apunta a la dilación, inhibición o incapacidad – persistente y recurrente – de lograr experienciar el orgasmo, a pesar de que la persona siente el deseo, tiene erección y ha recibido la estimulación sexual adecuada. Pero no todos los cuadros de Anorgasmia son iguales. Mientras que algunos no pueden alcanzar el orgasmo casi en ninguna circunstancia o con ninguna mujer, otros sí pueden experimentarlo fácilmente en poluciones nocturnas o mediante la masturbación y dentro de estos, unos pocos lo logran gracias a la estimulación manual u oral de la pareja. Cuando el hombre puede tener un orgasmo en cualquiera de esas otras condiciones, pero le es imposible durante el coito, es decir, dentro de la vagina, estamos hablando de ACM. Si la disfunción se ha presentado por primera vez y sólo le ocurre con su mujer, no con otras, correspondería al subtipo selectivo-relacional. Estos últimos son los casos que se han incrementado progresivamente en los últimos años en las consultas de los sexólogos, fluctuando entre el 8% al 15% de la población masculina mundial.

En cuanto a las causas de la eyaculación retrógrada, aneyaculación y retardada, sobre todo si son generalizadas (siempre en toda circunstancia), muchas veces se asocian a factores de índole biológica tales como: intervención quirúrgica de la próstata, obstrucción o pérdida de motilidad de las vías seminales, efectos secundarios o iatrogénicos de ciertos fármacos (antidepresivos, antiestamínicos, Viagra) o de otros problemas médicos (diabetes, neurológicos, lesiones en la médula espinal, hormonales como la hiperprolactinemia, etc.), abuso del alcohol o drogas, entre otros. Los factores psicológicos están más presente en los casos primarios o de toda la vida: educación recibida, fanatismo religioso, abuso sexual en la infancia, hipercontrol y dificultad para dejarse llevar, masturbación casi ausente o bien excesiva.

Los subtipos secundarios de Anorgasmia, es decir aquellos que sí funcionaron normalmente durante un tiempo, se pueden asociar al temor de dejar embarazada a su mujer, excesiva ansiedad por el desempeño sexual, asumir rol de observador o de autoobservador, alto nivel de estrés, desgano, falta de apetencia sexual, estilo de apego evitativo, entre otros.

Finalmente, más específicamente respecto a la ACM de tipo selectivo (el síntoma aparece solo con su mujer), así como también en las otras disfunciones sexuales masculinas selectivas (justamente aquellas que más se han incrementado en los últimos años), las causas no son ni de origen biológico ni se deben a severos problemas psicológicos individuales. Por el contrario, se deberían más bien a ciertas dinámicas de la relación o del contexto que ambos miembros de la pareja fueron construyendo juntos a lo largo del tiempo. Pero tampoco piensen que dichas disfunciones aparecen en cualquier hombre joven que esté emparejado con cualquier mujer. No, se presentan sólo en un determinado tipo de hombre que tiende a ser introvertidos, hipersensible y evitador de conflictos. En tanto que sus parejas suelen ser – o son percibidas así por ellos – como extrovertidas, de carácter fuerte y muchas veces explosivas. Entonces, estaríamos hablando de que habría una cierta combinación de temperamentos y personalidades que favorecerían la aparición de dichas disfunciones sexuales masculinas selectivas.

Claro que todo lo anterior se da dentro de un nuevo contexto socio-cultural en que, por un lado, las mujeres son muy independientes y se han ido empoderando ostensiblemente, al mismo tiempo que el rol del hombre se fue difuminando y perdiendo poder. Pero, por otro lado, también ha cambiado la actitud de la gente ante la sexualidad. Pasamos de una cultura represora de todo lo sexual, salvo en términos reproductivos, a una sociedad hipersexualizada, donde han cundido los mitos, las expectativas irracionales y las exigencias desmesuradas: las mujeres tienen que ser multiorgásmicas y los hombres tienen la responsabilidad de satisfacerlas plenamente, incluso mediante el sexo tántrico en que se logra tener orgasmos sin eyacular.

Terapia Sexual: En defensa de la masturbación femenina

Terapia Sexual: En defensa de la masturbación femenina

A los sexólog@s nos asombra que, ya adentrados en el siglo XXI, algunas mujeres latinoamericanas todavía tengan prejuicios en contra de la masturbación femenina. Pero, por otro lado, también podemos observar como esta actitud se está modificando día a día a pasos agigantados y, probablemente, en la próxima década ya nos habremos acercado significativamente a lo que sucede en los países más desarrollados. En dichos países, la inmensa mayoría de las mujeres reconocen que la practican regularmente aunque tengan pareja y se la considera una útil herramienta terapéutica para las disfunciones sexuales femeninas desde hace muchas décadas atrás, fuera de los múltiples beneficios para la salud que se han ido descubriendo a lo largo del tiempo. Incluso la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha declarado que la masturbación no causa ningún daño – ni físico ni psicológico – y promueve su uso.

Aunque se sabe que la masturbación ha existido desde siempre, en todo periodo histórico, en toda cultura, en toda clase social, a cualquiera edad, en ambos géneros y en los animales; continúa teniendo una mala reputación en nuestros países. Mientras que los hombres hablan sin tapujo de sus hábitos masturbatorios, para algunas mujeres – salvo para las más jóvenes – la masturbación continúa siendo un tema tabú y aún quedan resabios inexplicables de sentimientos de culpa o vergüenza.

En la clínica observamos que las pacientes reflejan una actitud ambivalente hacia esta práctica, a pesar de que no sean creyentes, que reconozca que no es perjudicial ni pecaminosa y que aporta una serie de ventajas para la salud – tanto física como psicológica – la aceptan a un nivel teórico pero la rechazan en sus vidas, sin ni siquiera saber por qué, aduciendo una vaga incomodidad o por ser algo “sucio”. Esta actitud negativa es mucho más común en casos de disfunciones sexuales, en comparación a cuando se consulta por problemas en otras áreas de la relación de pareja. Pero, lo que más nos llama la atención a los profesionales es que aquellas mujeres cuyas parejas sufren de bajo deseo sexual (Deseo Sexual Hipoactivo), son las más renuentes a masturbarse, debido a lo cual el hombre se siente el único responsable de su satisfacción sexual.

De modo similar, pareciera que en algún@s terapeutas sexuales también reinan los prejuicios, puesto que ell@s dan por supuesto que el hombre practica la masturbación habitualmente; en cambio, a la mujer le preguntan si lo hace o si lo ha hecho alguna vez. Es así como a la sexología le tomó su tiempo incorporarla como una técnica terapéutica indispensable. No obstante, ya a partir del comienzo del siglo XX, los psiquiatras, psicólogos y sexólogos empiezan a incluirla como tal y desde hace ya más de tres décadas que cada vez más especialistas la utilizan habitualmente en los tratamientos de las disfunciones sexuales femeninas. Más aún, hoy en día se suele recurrir también al uso de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) a modo de material erótico para estimular el deseo y las fantasías sexuales. Recordemos que el principal órgano sexual de la mujer es la mente.

Desde la antropóloga Margaret Mead hasta los padres de la sexología moderna Masters y Johnson, pasando por Kinsey, han señalado una marcada asociación entre la masturbación femenina y la capacidad orgásmica. También descubrieron que la mayoría de las mujeres que nunca se han autoestimulado no alcanzaban el orgasmo con su pareja y agregaron que aquellas que no se masturban tienen una personalidad más inmadura que las que sí lo hacen. Consecuentemente, hoy en día, la medicina, la psicología y la psiquiatría consideran que la masturbación es beneficiosa para el ser humano, para su sexualidad individual y para el desempeño sexual con su pareja. Pero, además, cuando el hombre sabe que ella también puede lograr el orgasmo sin su ayuda, les alivia la presión por su propio desempeño, algo fundamental en los casos de disfunción eréctil, eyaculación precoz y, en especial, de deseo sexual hipoactivo selectivo. En las últimas décadas, l@s sexólog@s han insistido en que las mujeres deben asumir la responsabilidad por su propio placer sexual, tanto de manera individual como cuando hacen el amor con su pareja.

Paralelamente a estos cambios de actitud se han ido enumerando una serie de importantes dividendos derivados de una práctica regular y frecuente de la masturbación femenina, independientemente de si se lleva también una satisfactoria vida sexual con el compañero. En efecto, los investigadores han descubierto que aquellas mujeres que tienen más relaciones sexuales al mes son asimismo las que más se masturban, lo cual corrobora la ley de Fisher que dice: mientras más sexo le damos a nuestro cuerpo, más sexo nos pide nuestro cuerpo.

Entre los numerosos beneficios que se han encontrado en estudios e investigaciones se pueden señalar:

Fundamental para el desarrollo psicosexual, ya que posibilita que la mujer se conozca a sí misma, valore sus genitales, amplíe su repertorio sexual y descubra cómo funciona mejor su cuerpo, cuáles son las zonas y las formas que más les produce placer

Conservar incorporado el sexo a la vida cotidiana y mantener todo el sistema sexual funcionando adecuadamente, especialmente la lubricación vaginal y la capacidad orgásmica; gracias a lo cual aumenta la posibilidad de alargar – hasta el final de la vida – una satisfactoria actividad sexual

Aprender a soltarse física, mental y emocionalmente, liberándose de prejuicios y abandonándose al propio placer. Es fuente de creatividad y de enriquecimiento de la vida interior al conducir a elaborar fantasías sexuales, indispensables en el orgasmo femenino

Permite un aprendizaje de la respuesta sexual en un ambiente relajado, donde no hay que estar pendiente de la pareja y sin la presión de tener que ejercer un buen desempeño

Aumentar la probabilidad de alcanzar el orgasmo con la pareja en la medida que la mujer puede transmitirle mejor a su pareja lo que ha aprendido a solas

Confiar en que puede también gozar sexualmente, independientemente del coito y de su pareja, lo cual ayuda a que ella asuma su responsabilidad individual en el propio placer sexual.

Aliviarle al hombre la presión que siente ante el “deber” de satisfacer sexualmente a su mujer, con lo que estará menos tenso respecto a su propio desempeño sexual

Posibilita relajarse y liberar tensiones tanto sexuales, como fisiológicas (tensión menstrual y congestión pelviana) y psicológicas. Produce analgesia (bloquea dolores) y activa los mecanismos biológicos que combaten el estrés al liberar endorfinas y oxitocina

Es un ejercicio que tonifica los músculos y tiene efectos de embellecimiento al disminuir la grasa corporal, mejorar el pelo, la piel y la visión. Previene enfermedades al favorecer el sistema inmune, equilibrar el metabolismo, estabilizar la glucosa, reducir la presión arterial, mejorar los niveles de insulina, los parámetros hormonales y la circulación

Por otra parte, existen muchas maneras de masturbarse, entre las cuales cada mujer encuentra su modo muy particular de hacerlo, siendo todas ellas apropiadas. Algunas de las formas más comunes de practicarla son: estimulación de la zona clitórico/vulvar con la mano, descansando el cuerpo boca arriba o boca abajo; presionando y comprimiendo la zona clitórico/vulvar contra un objeto blando; apretando los muslos rítmicamente estando sentada, tendida o descansando sobre un costado; estimulación con agua en la zona clitórico/vulvar; inserción vaginal de un vibrador u de otros elementos.

En conclusión, la masturbación femenina – habitual y frecuente – no sólo es una práctica que no acarrea ninguna consecuencia negativa, sino que le aporta a la mujer una serie de beneficios y ventajas, especialmente para su salud y para la vida sexual con su compañero.

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