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Eneagrama y Psicoterapia: algunas reflexiones (Segunda parte)

Eneagrama y Psicoterapia: algunas reflexiones (Segunda parte)

El problema del número de tipos de personalidad:

Un gran problema en el área de la Personalidad es delimitar la cantidad de rasgos, dimensiones, superfactores, factores o tipos. A lo largo de la historia se han postulado clasificaciones desde 2 hasta más de 18. De las dos teorías más en boga actualmente, una identifica 3 y la otra 5 superfactores. El MBTI, otro sistema muy aceptado, amplia los 8 tipos de Jung a 16. Millon, uno de los más influyentes especialistas, ha descrito varios “estilos de personalidad”. En los dos manuales de Salud Mental, el CIE y el DSM, el número de trastornos de la personalidad ha variado de una edición a otra, tanto aumentando como disminuyendo.

El Eneagrama postula que existen exactamente 9 personalidades basándose en la teoría de los 3 Centros, la cual se remonta a la antigua doctrina de la división del alma y a las Funciones Psíquicas Centrales. La divisibilidad apuntaba a que cualquier ámbito – sea físico, psíquico o matemático – se divide en partes que no pierden su relación con el todo. Así, fenómenos psíquicos aislados forman grupos independientes dentro de un mismo sistema. Areteo, posterior a la división de Pitágoras, formula la terminología que más tarde pasa a la división tripartita de Platón. Con Aristóteles esta teoría se transforma en la de las potencias. Durante la Escolástica se encuentra en la Psicología de las Facultades (Aquino). Posteriormente se le van agregando aportes de la Psicología del Renacimiento (Wolff) y de la localización de funciones (p.e. la Frenología). Actualmente, en Ontología y Epistemología se la estudia dentro de la problemática mente-cuerpo; pero, en Psicología esta en desuso, aunque remitan a ella conceptos de las neurociencias como el de modularidad (antes las 3 capas evolutivas cerebrales) y el modelo de los 3 Superfactores (el Bigfive representan una versión más expandida y diferenciada de los 3 Grandes).

Entonces, en base a que en el ser humano existirían 3 áreas psíquicas fundamentales, 3 estilos de inteligencia, 3 fuentes de energía, 3 instintos básicos o 3 “cerebros”, el Eneagrama distingue 3 centros, representados en el triangulo equilátero: instintivo-motor, emocional y mental. Siguiendo la tradición de localización espacial de las potencias del alma dentro del cuerpo (p. e. Demócrito ubicaba la parte pensante en la cabeza, la ira en el corazón y los deseos sensitivos en el hígado), metafóricamente corresponderían, respectivamente, a las vísceras, el corazón y la cabeza. Cada uno de los 3 centros se subdivide a su vez en 3 tipos, sumando un total de 9 eneatipos. Por lo tanto, cada Tríada esta compuesta por personalidades con características comunes, pero con claras diferencias entre ellas. De acuerdo con esta teoría, el Eneagrama podría ser útil para dilucidar las incongruencias respecto a la cantidad de trastornos de personalidad que se postulan.

El problema de la validez:

En el estudio científico de la Personalidad, aunque ha habido avances, existe desconfianza hacia las teorías debido a la insuficiente fundamentación empírica. Dentro de esta situación general se inserta uno de los puntos más débil del modelo eneagramático: la escasa convalidación científica. Este modelo es perfectamente factible de estudiarse adecuadamente y, de hecho, actualmente están en progreso investigaciones en que se están aplicando métodos científicos para probar la validez del sistema. Estudios transculturales, transversales y longitudinales podrían contribuir significativamente a este objetivo.

Una forma indirecta de validación lo constituyen las correlaciones que se han podido efectuar con otras clasificaciones, topologías y taxonomitas provenientes de distintas teorías. Otra forma seria comprobar que los rasgos de cada eneatipo se relacionen con el perfil mostrado en el Rorschach (se han encontrado ciertos indicadores coincidentes). Por último, la favorable experiencia personal que relatan distintos terapeutas, contribuye a validar este sistema como muy útil para los pacientes. Afirman que los resultados de las terapias son más rápidos, pero a la vez más profundos. Lo anterior puede aportar a la controversia entre terapias cortas orientadas a un objetivo concreto y terapias largas orientadas a lo estructural.

El problema del “encasillamiento”:

En términos muy generales, la Psicología y la Psicología Clínica se mueve entre el conocimiento general taxonómico y la especificidad irrepetible de cada persona. En términos más específicos, la discusión relativa al encasillamiento siempre ha estado presente en los intentos de clasificación, lo que remite a la controversia entre la Psicología Idiográfica y la Psicología Nomotética. La primera sostiene que, como el individuo es una configuración única, no se lo puede situar en un punto concreto del continuo de rasgos; que los rasgos son solo una abstracción artificial que no reproduce  a una persona en particular. A esta aproximación se le ha criticado que culmina en un nihilismo respecto al estudio científico de la personalidad, ya que la ciencia avanza descubriendo principios generales y que, al final, todo lo que existe en la naturaleza es único. Eysenck señala que, a pesar de los años de retórica, la investigación idiográfica, aunque ha aportado relevantes ideas, no ha logrado contribuir significativamente a la comprensión científica de la personalidad y que, incluso Allport, uso métodos nomotéticos en sus investigaciones. (Últimamente hay un renovado interés por estudios idiográficos y de casos, ya sea en categorías cualitativas o ya sea mediante modelos estadísticos).

La Psicología Nomotética aduce que la existencia de diferencias implica similitudes y que ambas pueden situarse dentro de dimensiones medibles. Dado que los seres humanos son en esencia parecidos, es factible formular leyes generales a partir de muestras pequeñas y no representativas. Así, la personalidad puede estudiarse comparando a individuos con respecto a variables específicas. Como dice Eysenck, ningún estudio resulta posible sin una previa clasificación mínima del múltiple material a investigar. Este es el primer paso y constituye un andamio para análisis causales comparativos entre factores genéticos y ambientales. A esta aproximación se le critica que entrega retratos sin vida del individuo y que los trabajos centrados en variables experimentales no han sido concluyentes. Es así como, mientras algunos investigadores se interesan más por las diferencias individuales, otros se abocan a la estructura del sujeto, pero otros van aún más allá, tras la esencia de lo que hace a una persona, una búsqueda bastante más ontológica.

Mientras que la mayoría de las tipologías consideran aspectos parciales de la personalidad descuidando otros, el Eneagrama, aunque se centra más en las diferencias interindividuales, en lo nomotético; también se aboca a la estructura individual (incluida laesencia). Es dentro de este panorama donde hay que entender el problema del “encasillamiento”. El modelo eneagramático entrega categorías generales, sin sacrificar la individualidad. Postula que, en general, solo el tipo básico es definitivo. La forma dinámica en que esta estructurado supone que cada eneatipo se combina con ciertas variables conformando más de 100 diferentes subtipos secundarios que van cambiando con el transcurso del tiempo en un mismo individuo. Por tanto, el encasillamiento es principalmente un problema respecto al tipo básico, ya que los subtipos varían dependiendo de: las “alas”, la segunda mayoría del perfil, el instinto predominante (social, autopreservación o sexual), el nivel de desarrollo (sano, promedio o malsano), el polo dicotómico, el grado de integración y desintegración. Para eludir el encasillamiento y aproximarse a una perspectiva “idiográfica”, se puede combinar con el Rorschach y otros test proyectivos. Por otra parte, basándose en la literatura etopéyica, se han efectuado identificaciones de eneatipos principalmente en obras de Teofrasto y Chaucer, así como de personajes tales como Peter Pan, Madame Bovary, Gatsby, La señora Dalloway, El Rey Lear, Lady Macbeth. Este trabajo puede continuar analizando a otros escritores de caracteres tales como La Rochefoucald, La Bruyere, Butler, fuera de los más modernos.

El problema de la identificación del tipo:

Para identificar el eneatipo no se requiere consultar a un profesional. La persona puede hacerlo por su propia cuenta mediante los cuestionarios que incluyen los libros al respecto. Las identificaciones erróneas eran más frecuentes en los primeros tiempos, pero en los últimos años los instrumentos de auto-identificación se fueron perfeccionando y se crearon otros nuevos. Algunos son de índole general, en tanto que otros son mas largos y específicos, por si se necesita una mayor precisión. Se puede cuestionar que, como no son test proyectivos, la persona podría – consciente o inconscientemente – alterar sus respuestas. Es posible que esta situación se produzca en alguna de las aplicaciones del Eneagrama (p.e. en la selección de personal); pero es mucho menos probable en el campo de la psicoterapia y del crecimiento personal.

Una forma de despejar dudas consiste en determinar la tendencia dominante en las distintas agrupaciones triádicas existentes: estilo perceptivo o de inteligencia, estilo social, estilo afectivo y estilo defensivo. Después de ubicar los rasgos generales que comparte con otros eneatipos en dichos aspectos, se puede realizar una delimitación más fina centrándose en las características diferenciadoras específicas: pasión, fijación, deseo y temor básico, etc. Si aún persisten las dudas, se puede recurrir a algún especialista para una entrevista personal y/o para que se le aplique el Rorschach y poder contrastar sus resultados con los rasgos más indicativos de cada eneatipo.

El problema de la perspectiva negativa:

Se ha planteado que el Eneagrama parece resaltar las falencias de cada personalidad, puesto que sus conceptos centrales apuntan a aspectos negativos: compulsiones yfijaciones. El primero se relaciona con la tradición de los 8 pecados capitales (los que se redujeron a 7 después de la Reforma Gregoriana), a los cuales se les agrega el miedo. No obstante, el trasfondo apunta a que son las 9 virtudes básicas, las que, al ser llevadas al exceso se transforman en pasión (o “enferman”). Similarmente, las fijaciones se refieren a aquellas creencias (ideas santas) que, inicialmente en la vida, pudieron servir para adaptarse al medio, pero que con el tiempo se volvieron rígidas y anacrónicas. Entonces, lo que ofrece son claves que reflejan nuestra esencia “dormida” y señalar lo negativo sirve para sugerir desde donde enfocar el crecimiento.

Por otro lado, el Eneagrama es un sistema que no surgió de la observación de pacientes y que resalta el estilo “normal” de cada eneatipo. Por el contrario, dentro de la psicología, durante años, la tendencia general era a centrarse en lo patológico. Solo recientemente se nota un esfuerzo por describir – aun solo tentativamente – los “estilos de personalidad”, aunque más bien sindicándolos como pre-mórbidos. Por su parte, el Eneagrama muestra los niveles de desarrollo, donde se describen los rasgos más sobresalientes en tres estados de “sanidad” dentro del continuum de salud mental: nivel malsano, nivel promedio y nivel sano (o evolucionado). Así, la persona vislumbra cuales son sus potencialidades, pero también evidencia su sombra, lo que contribuye a que pierda el miedo a conocer su interioridad, repercutiendo favorablemente en su auto-estima. Similarmente, las direcciones de integración y desintegración reflejan las tendencias mas típicas cuando se siente, respectivamente, seguro versus bajo estrés, área de estudio a la que se le esta otorgando gran atención últimamente. Concluyendo, este modelo, a diferencia de otros, no es patologista y remarca los rasgos positivos. Finalmente, se conoce a los eneatipos por un número y no por un nombre, justamente para evitar “etiquetas” peyorativas. Esta es una convención muy útil, ya que en una sola palabra esta implícita mucha información acerca del eneatipo.

El problema del origen de los eneatipos:

La cuestión del origen de los eneatipos entronca con la antinomia nurtur-natur, con la antigua controversia psico-filosófica entre la tabula rasa de los empiristas versus el innatismo de los idealistas, polémica a la que se han incorporado las neurociencias. Como los eneatipos son personalidades, primero hay que definir y delimitar el concepto dePersonalidad. Durante años se usaron los términos carácter, temperamento y personalidad – incluso tipo y biotipo – en forma intercambiable, como sinónimos. Hoy en día se vive un renovado interés por estos tres grandes ámbitos en que se ha centrado el estudio del individuo, pero aunque se ha avanzado, persiste cierta confusión, sobre todo en el lenguaje cotidiano. Predomina la tendencia a reunificarlos y reducirlos bajo una supra dimensión única que seria la Personalidad, la cual representaría la compleja interacción entre las influencias del temperamento y del carácter (OMS, Eysenck, Millon y Davis, Kernberg).

La Personalidad sería una compleja organización de características psicológicas profundamente enraizadas que configuran una síntesis unitaria, un patrón dinámico, intrínseco e idiosincrásico de percibir, sentir, pensar y comportarse. El Temperamento sería la parte innata de la personalidad, los rasgos genéticos, relativamente estables y consistentes, aunque modificable por el aprendizaje. Aporta la dimensión neurofisio-endocrina, la disposición reactiva. El Carácter sería la parte adquirida e internalizada, la más estable y volitiva, determinada por la interacción entre temperamento y experiencias. Aporta la dimensión interpersonal, social y moral. Como se decía antes, la personalidad se realiza y concreta en la variedad de los caracteres. Entonces, la personalidad es resultante de una compleja matriz de variables, de una especie de modelo bifactorial, donde el primer factor seria lo innato y el segundo lo aprendido. Como no es posible efectuar una ponderación relativa de dichos factores en casos particulares, otra forma de enfocar el problema es desde el estudio científico de las diferencias individuales, con lo que se entra al terreno de las taxonomías tipológicas.

El eneatipo, entendido como Personalidad, se corresponde con la teoría general de la Personalidad, pero referente al origen especifico de cada eneatipo es poco lo se que puede concluir. Casi no existen trabajos que sigan los lineamientos de la Psicología Diferencial y las escasas hipótesis son reconocidamente especulativas. Se ha relacionado el tipo básico con cierta dinámica familiar particular y con algunas tempranas tendencias del estilo de carácter. El proceso se iniciaría alrededor de los 3 años y culminaría aproximadamente al terminar la pubertad. Por tanto, aunque se sabe que es multicausado, su origen es aún un misterio.

La cuestión del temperamento:

En términos generales, en la psicología se ha prestado escasa atención a las predisposiciones genéticas y sólo recientemente – en la década del cerebro y al auge de las neurociencias – se ha vuelto a investigar sobre el temperamento. Una de las tipologías que han renacido es la de los cuatro temperamentos clásicos de la doctrina humoral hipocrática-galénica (La Profecía de Galeno es el título de uno de los libros de Kagan). Como disposición reactiva emocional, el temperamento es muy relevante puesto que influye en la sensación subjetiva del grado de seguridad que el niño siente que necesita. La tendencia a un cierto estado anímico – hipertímico, distímico, hipotímico, ciclotímico, apático, alexitímico – afectará la perspectiva desde donde va a percibir el mundo que lo rodea. Fuera de las relaciones objetales y de otras variables ambientales, el temperamento influirá en los mecanismo de defensa que desarrolle y en el tipo de personalidad que estructure. Aunque ni los factores biológicos ni las experiencias tempranas son deterministas, sí conforman en conjunto una estructura sustancial relativamente fija que organiza.

Si bien lo que se entiende por esencia – presente al inicio de la vida y permaneciendo siempre en el fondo – se puede entender como predisposición del temperamento, las falencias del Eneagrama en incorporar el ámbito neurosifiológico y, particularmente el del temperamento, son enormes. No obstante, últimamente se han producido algunos avances. En general, en el estudio de ciertas variables biológicas, como las neuroendocrinas, puede ser de ayuda el Eneagrama de los Tipos Humanos Esenciales. Por otra parte, hay intentos por relacionar los tres grandes neurotransmisores (serotonina, dopamina y norepinefrina) con los tres centros y con los eneatipos, sugiriéndose la proporción presente en cada uno de ellos. Por otro lado, se ha observado que las personas pertenecientes a un mismo tipo tienden a compartir ciertos rasgos físicos, lo que apuntaría a factores constitucionales. Sin embargo, se ha reconocido que los esfuerzos por correlacionar los rasgos específicos en la infancia con los temperamentos clásicos han sido infructuosos hasta ahora. Al logro de este objetivo puede ayudar el análisis de laspasiones y el profundizar en las características de la esencia (siguiendo al sufismo, laspreocupaciones de cada eneatipo son mensajes indirectos de los aspectos perdidos de laesencia). Dicho logro sería muy importante para que los padres reconociesen y aceptasen las diferencias entre sus hijos. Por último, en los trastornos de personalidad, los psicofármacos podrían regular el factor anímico, lo que posiblemente redundaría en el uso de menos defensas y más maduras, influyendo a la larga en las rutas neuronales.

Comentarios Finales:

El Eneagrama de la Personalidad es un modelo taxonómico holístico, sistémico, dialéctico, dinámico, introspectivo, no patologista (aunque incorpora los trastornos sindromáticos y de personalidad), que incluye en su teoría la relatividad de la percepción y una perspectiva espiritual. Como instrumento de auto-conocimiento y crecimiento personal, facilita itinerarios de crecimiento, tanto en el plano psicológico-existencial, como en el espiritual. Pero no sólo es relevante para dichos ámbitos, sino que también lo es para la filosófica, como en la polémica relación mente-cuerpo. En el fondo, es una teoría y una metodología combinable y compatible con otras. Se trata de un enfoque de data relativamente reciente, que se encuentra en continua evolución; sería como un esqueleto al que se le han ido incorporando conocimientos desde distintas áreas y que sin duda seguirá progresando gracias a aportes provenientes de correlaciones con otros sistemas, de nuevos campos de investigación, especialmente en las neurociencias, etc. Por lo tanto, si bien existen aún enormes carencias, el mismo sistema muestra los caminos por donde proseguir avanzando hacia una teoría más general y más coherente que otras macroteorías.

Las mayores falencias se encuentran en la escasez de investigaciones y en el descuido de variables tan significativas como las biológicas y las ambientales (más allá de las relaciones objetales). En efecto, si los estudios relativos el área biológica en general son escasos, los son más aún en el área del temperamento y de otros factores neurofisiológicas. Por otra parte, se le ha prestado casi nula atención a un tópico que hoy se considera fundamental, como lo es la teoría evolucionista. Tampoco ha despertado mayor interés su aplicación al campo de la sexología, la homosexualidad, la psicología de género y la etaria, etc. Finalmente, aunque el Eneagrama de las Relaciones Interpersonales incorpora elementos de la Teoría General de los Sistemas, empero no incluye elementos ambientales de otra índole como los socio-culturales religiosos ni los económicos.

Personalmente, el Eneagrama me ha sido de mucha utilidad, tanto en mi vida personal como en mi rol de terapeuta. Entrega otros lentes con los que mirar al ser humano dentro de los distintos subsistemas a los que pertenece y observar el tipo de relaciones que establece con los demás, ampliando la visión acerca de lo que se puede considerar “normal” o patológico. Si en el plano teórico es dable discutir la validez de este enfoque, el escepticismo no cabe en el plano terapéutico; por mucho que se lo descalifique, epur si move como diría Galileo. Efectivamente, como herramienta terapéutica es indudablemente muy efectivo. La recopilación de información es mucho más rápida, el “diagnóstico” y la “etiología”  son más precisos y, el hecho de compartir el mismo paradigma con el paciente, hace que las terapias sean más cortas y fructíferas. Se podría señalar que habría una contradicción entre insistir en los beneficios terapéuticos de este modelo y afirmar, al mismo tiempo, que el tipo básico no cambia. En este estricto sentido, ciertamente la gente no cambia, pero sí evoluciona (o mejora, como preferirían decir otros).

Por otra parte, la terapia tiene un efecto expansivo, ya que cuando crece un miembro de la familia, inevitablemente se modificará el sistema familiar; similarmente, se “expande” a las amistades y a otras redes sociales, como se puede comprobar repetidamente. Asimismo, la persona aplica sus nuevos conocimientos a otras áreas de su vida (p.e. relación de pareja, laboral). Facilita el reírse de uno mismo y reírse con el paciente, no tomarse tan en serio, lo que resulta muy terapéutico (también para el terapeuta). Al reconocer el eneatipo del terapeuta, el paciente se va a sentir dentro de una relación más paralela, lo que redundará en el rapport. Una ventaja no menor es que es entretenido. Frente al miedo al encasillamiento, suelo explicar que es un mapa aproximativo muy general, que sólo orienta respecto a algunas coordenadas, como que vive en Sudamérica, en Chile, en Santiago y, con suerte, sugerirá en cuál comuna. Que no se preocupen, que jamás delatará la dirección exacta.

Sin embargo, a pesar de las ventajas mencionadas y de lo auspicioso que parece el panorama a futuro, los expertos en el Eneagrama ya no se encuentra como en el período inicial cuando, con la profusión de publicaciones, se originaron expectativas un tanto irracionales, de un exuberante optimismo. A medida que se fue profundizando, fue surgiendo un cierto escepticismo junto a un miedo al fanatismo y al dogmatismo. Ahora ya no se lo insinúa como una potencial panacea universal para la psicología. No se sugiere que se pueda llegar a elaborar LA tipología basada en LA teoría de la Personalidad y de las Diferencias Individuales. Incluso, como dentro de todo ámbito de estudio, hoy existen distintas “escuelas” eneagramáticas. Tampoco se sostiene que, como terapia, sea beneficiosa ni en el mismo grado ni para cualquier persona o relación, tal como ha quedado explicitado en algunos trabajos que publican testimonios de pacientes. Más bien, sería un marco teórico que propone distintas puertas por donde adentrarse, al mismo tiempo, en las problemáticas humanas; que ilumina un amplio campo de factores que se vislumbran como prometedores. No obstante, las principales críticas efectuadas desde dentro del sistema apuntan, particularmente, a que los intentos epistemológicos son casi nulos y que la atención se ha centrado predominantemente en sus resultados y métodos.

APENDICE:

Breve descripción de los tres centros y sus correlaciones:

Centro del sentir (2, 3 y 4): esta triada se correlaciona con el área afectiva, con el cerebro mamífero o sistema límbico, con el instinto social, con tendencias histeroides y con la inteligencia emocional (inter e intrapersonal). Se trata de la familia de la vanidad, con su problemática de inautenticidad. Ven la vida como donde se establecen las relaciones afectivas, por lo que están más centrados en el pasado. Suelen tener problemas de autoestima y conflictivas en sus relaciones interpersonales; buscan atención y amor; se sienten dominados por la emoción de vergüenza y por un anhelo carencial melancólico.

Centro del pensar (5, 6 y 7): esta triada se correlaciona con el área cognitiva, con el cerebro neomamífero o neocorteza, con el instinto de auto-preservación, con tendencias esquizoides y con la inteligencia intelectual. Se trata de la familia del miedo, con presencia de angustia inhibidora. Ven la vida como un puzzle o un enigma a resolver, por lo que están más centrados en el futuro. Suelen tener problemas de desconfianza, desorientación y con el hacer; buscan conocimientos y seguridad; se sienten dominados por la emoción del miedo y de la ansiedad.

Centro instintiva-motora (8, 9 y 1): esta triada se correlaciona con el área físico-corporal, con el cerebro reptiliano o primitivo, con el instinto sexual, con tendencias rígidas y antiintraceptivas; y, con la inteligencia visceral. Se trata de la familia de la pereza, la que ha perdido contacto con su propia interioridad. Ven la vida como una selva donde hay que tratar de sobrevivir, por lo que están más centrados en el presente. Suelen tener problemas con los límites respecto a los demás y con el control; buscan poder y autonomía; se sienten dominados por la emoción de la rabia y por tendencias impulsivas.

Triadas del Estilo Social:

Tipos Sociales (1, 2 y 6): tienden a acercarse a los demás en forma complaciente o sumisa a su Superyo. Buscan apoyo y afecto. Tienen problemas de confianza en si mismos y de dependencia. Sufren conflictos con las figuras de autoridad. Suelen ser culposos y rígidos. Problemáticas relativas al uso del centro mental, el menos desarrollado o el más inhibido. Tendencias cercanas a los tipos emocionales y al instinto social.

Tipos Retirados (4, 5 y 9): tienden a apartarse de los demás en forma resignada. Buscan libertad interior. Tienen problemas de confianza en los demás, no creen que los otros sean capaces de apoyar. Sufren conflictos tanto con las figuras nutrientes como con las de autoridad. Suelen ser orales y depresivos. Problemáticas relativas al uso del centro instintivo-motor, el menos desarrollado o el más inhibido. Tendencias cercanas a los tipos mentales y al instinto de auto-preservación.

Tipos Combativos (3, 7 y 8): tienden a enfrentar asertivamente a los demás en forma confrontacional. Buscan obtener recursos para sobrevivir. Tienen problemas de confianza en el amor de los otros. Sufren conflictos con las figuras nutrientes. Suelen ser histeroides, impulsivos y agresivos. Problemáticas relativas al uso del centro emocional, el menos desarrollado o el más inhibido. Tendencias cercanas a los tipos viscerales y al instinto sexual.

Triadas del Estilo Afectivo:

Tipos Frustrados (1, 4 y 7): predomina la sensación de un ego hambriento, especialmente en relación con su necesidad básica existencial (autonomía, afecto o seguridad respectivamente). En la infancia sintieron que sus necesidades no fueron adecuadamente satisfechas, se sintieron frustrados y quedaron con una orientación negativa hacia, respectivamente, las figuras de autoridad, las nutrientes o hacia ambas a la vez. Tienden a subutilizar su estilo de inteligencia. Suelen tener un autoconcepto de pseudoinferioridad y a guiarse por cánones externos. Esperan obtener receptivamente aquello que creen necesitar, creen que si cumplen con las normas, el mundo les va a dar lo que tanto ansían. Cercanos a los tipos emocionales y al instinto social.

Tipos Rechazados (2, 5 y 8): predomina la sensación de un ego inseguro, especialmente respecto de su necesidad básica existencial (afecto, orientación o autonomía respectivamente). En la infancia sintieron que no calzaban en su medio, que no tenían un nicho donde satisfacer sus necesidades, se sintieron rechazados y quedaron con una orientación ambivalente, respectivamente, hacia las figuras de autoridad, las nutrientes o hacia ambas a la vez. Tienden a sobreutilizar su estilo de inteligencia. Su autoconcepto es de pseudo-superioridad y se guían por su propio orden interno. Buscan activamente el logro de sus objetivos vitales; piensan que si tienen en sus manos las riendas de su vida, van a conseguir las metas que creen necesitar. Cercanos a los tipos mentales y al instinto sexual.

Tipos Apegados (3, 6 y 9): predomina la sensación de un ego elusivo, pero robótico ante su necesidad existencial básica (afecto, seguridad o autonomía respectivamente). En la infancia sintieron que les reforzaron demasiado su necesidad existencial básica, se apegaron rígidamente a ella y quedaron con una orientación positiva hacia, respectivamente, las figuras de autoridad, las nutrientes o hacia ambas a la vez. Tienden a reprimir su propio estilo de inteligencia, la bloquearon o se desconectaron de ella. Su autoconcepto es de pseudoadaptado y se guían inconscientemente por un orden pseudo armónico entre lo interno y lo externo. Tratan de conciliar su yo con aquello con lo que se identificaron positivamente; creen que si se aferran a ello van a lograr una imagen estable de si. Cercanos a los tipos viscerales y al instinto de auto-preservación.

Triadas del Estilo Defensivo (o Grupos Armónicos):

Tipos Positivos (2, 7 y 9): ante las crisis tienden a realizar una connotación optimista de la situación. Como predomina un temperamento sensible a la frustración, aprendieron a reprimir lo negativo y a usar maniobras escapistas ante el dolor. Suelen ser evitativos. Temen tomar contacto con las sombras de su interioridad y tienen problemas en identificar sus necesidades. Cercanos a los tipos emocionales y al instinto social.

Tipos Competentes (1, 3 y 5): ante las crisis tienden a ponerse lógicos y objetivos para superar la situación. Predomina un temperamento inhibido y en su sistema familiar aprendieron a encontrar soluciones. Suelen ser auto-controlados. Temen contactarse con el dolor de sus vidas y tienen problemas con como enfrentar las normas. Cercanos a los tipos mentales y al instinto de auto-preservación.

Tipos Reactivos (4, 6 y 8): ante las crisis tienden a expresar sus emociones negativas buscando una reacción en los demás y así sentir que tienen el control. Predomina un temperamento hiperestésico y suelen explotar ante las frustraciones. Tienden a ser emotivamente intensos. Temen perder el control de sus afectos y sufren con sus sentimientos contradictorios. Cercanos a los tipos viscerales y al instinto sexual.

Como la bibliografía general y la específica acerca del Eneagrama es tan amplia, no se incluye acá, pero la pueden obtener en:

http://depsicoterapias.com

http://www.personarte.com/articulos.htm

En la sección Literatura Recomendada encontrarán una lista de los mejores libros sobre Eneagrama

Eneagrama y Psicoterapia: algunas reflexiones (Segunda parte)

Eneagrama: preguntas más frecuentes. El «encasillamiento» y el número de tipos de personalidad

El problema del “encasillamiento”:

En términos muy generales, la Psicología y la Psicología Clínica se mueve entre el conocimiento general taxonómico y la especificidad irrepetible de cada persona. En términos más específicos, la discusión relativa al encasillamiento siempre ha estado presente en los intentos de clasificación, lo que remite a la controversia entre la Psicología Idiográfica y la Psicología Nomotética. La primera sostiene que, como el individuo es una configuración única, no se lo puede situar en un punto concreto del continuo de rasgos; que los rasgos son solo una abstracción artificial que no reproduce  a una persona en particular. A esta aproximación se le ha criticado que culmina en un nihilismo respecto al estudio científico de la personalidad, ya que la ciencia avanza descubriendo principios generales y que, al final, todo lo que existe en la naturaleza es único. Eysenck señala que, a pesar de los años de retórica, la investigación idiográfica, aunque ha aportado relevantes ideas, no ha logrado contribuir significativamente a la comprensión científica de la personalidad y que, incluso Allport, uso métodos nomotéticos en sus investigaciones. (Últimamente hay un renovado interés por estudios idiográficos y de casos, ya sea en categorías cualitativas o ya sea mediante modelos estadísticos).

La Psicología Nomotética aduce que la existencia de diferencias implica similitudes y que ambas pueden situarse dentro de dimensiones medibles. Dado que los seres humanos son en esencia parecidos, es factible formular leyes generales a partir de muestras pequeñas y no representativas. Así, la personalidad puede estudiarse comparando a individuos con respecto a variables específicas. Como dice Eysenck, ningún estudio resulta posible sin una previa clasificación mínima del múltiple material a investigar. Este es el primer paso y constituye un andamio para análisis causales comparativos entre factores genéticos y ambientales. A esta aproximación se le critica que entrega retratos sin vida del individuo y que los trabajos centrados en variables experimentales no han sido concluyentes. Es así como, mientras algunos investigadores se interesan más por las diferencias individuales, otros se abocan a la estructura del sujeto, pero otros van aún más allá, tras la esencia de lo que hace a una persona, una búsqueda bastante más ontológica.

Mientras que la mayoría de las tipologías consideran aspectos parciales de la personalidad descuidando otros, el Eneagrama, aunque se centra más en las diferencias interindividuales, en lo nomotético; también se aboca a la estructura individual (incluida la esencia). Es dentro de este panorama donde hay que entender el problema del “encasillamiento”. El modelo eneagramático entrega categorías generales, sin sacrificar la individualidad. Postula que, en general, solo el tipo básico es definitivo. La forma dinámica en que esta estructurado supone que cada eneatipo se combina con ciertas variables conformando más de 100 diferentes subtipos secundarios que van cambiando con el transcurso del tiempo en un mismo individuo. Por tanto, el encasillamiento es principalmente un problema respecto al tipo básico, ya que los subtipos varían dependiendo de: las “alas”, la segunda mayoría del perfil, el instinto predominante (social, autopreservación o sexual), el nivel de desarrollo (sano, promedio o malsano), el polo dicotómico, el grado de integración y desintegración. Para eludir el encasillamiento y aproximarse a una perspectiva “idiográfica”, se puede combinar con el Rorschach y otros test proyectivos. Por otra parte, basándose en la literatura etopéyica, se han efectuado identificaciones de eneatipos principalmente en obras de Teofrasto y Chaucer, así como de personajes tales como Peter Pan, Madame Bovary, Gatsby, La señora Dalloway, El Rey Lear, Lady Macbeth. Este trabajo puede continuar analizando a otros escritores de caracteres tales como La Rochefoucald, La Bruyere, Butler, fuera de los más modernos.

El problema del número de tipos de personalidad:

Un gran problema en el área de la Personalidad es delimitar la cantidad de rasgos, dimensiones, superfactores, factores o tipos. A lo largo de la historia se han postulado clasificaciones desde 2 hasta más de 18. De las dos teorías más en boga actualmente, una identifica 3 y la otra 5 superfactores. El MBTI, otro sistema muy aceptado, amplia los 8 tipos de Jung a 16. Millon, uno de los más influyentes especialistas, ha descrito varios “estilos de personalidad”. En los dos manuales de Salud Mental, el CIE y el DSM, el número de trastornos de la personalidad ha variado de una edición a otra, tanto aumentando como disminuyendo.

El Eneagrama postula que existen exactamente 9 personalidades basándose en la teoría de los 3 Centros, la cual se remonta a la antigua doctrina de la división del alma y a las Funciones Psíquicas Centrales. La divisibilidad apuntaba a que cualquier ámbito – sea físico, psíquico o matemático – se divide en partes que no pierden su relación con el todo. Así, fenómenos psíquicos aislados forman grupos independientes dentro de un mismo sistema. Areteo, posterior a la división de Pitágoras, formula la terminología que más tarde pasa a la división tripartita de Platón. Con Aristóteles esta teoría se transforma en la de las potencias. Durante la Escolástica se encuentra en la Psicología de las Facultades (Aquino). Posteriormente se le van agregando aportes de la Psicología del Renacimiento (Wolff) y de la localización de funciones (p.e. la Frenología). Actualmente, en Ontología y Epistemología se la estudia dentro de la problemática mente-cuerpo; pero, en Psicología esta en desuso, aunque remitan a ella conceptos de las neurociencias como el de modularidad (antes las 3 capas evolutivas cerebrales) y el modelo de los 3 Superfactores (el Bigfive representan una versión más expandida y diferenciada de los 3 Grandes).

Entonces, en base a que en el ser humano existirían 3 áreas psíquicas fundamentales, 3 estilos de inteligencia, 3 fuentes de energía, 3 instintos básicos o 3 “cerebros”, el Eneagrama distingue 3 centros, representados en el triangulo equilátero: instintivo-motor, emocional y mental. Siguiendo la tradición de localización espacial de las potencias del alma dentro del cuerpo (p. e. Demócrito ubicaba la parte pensante en la cabeza, la ira en el corazón y los deseos sensitivos en el hígado), metafóricamente corresponderían, respectivamente, a las vísceras, el corazón y la cabeza. Cada uno de los 3 centros se subdivide a su vez en 3 tipos, sumando un total de 9 eneatipos. Por lo tanto, cada Tríada esta compuesta por personalidades con características comunes, pero con claras diferencias entre ellas. De acuerdo con esta teoría, el Eneagrama podría ser útil para dilucidar las incongruencias respecto a la cantidad de trastornos de personalidad que se postulan.

Eneagrama y Psicoterapia: algunas reflexiones (Segunda parte)

Las Tres Partes del Alma: raíces históricas de los centros de inteligencia en el Eneagrama

Actualmente se postula la existencia de muchas inteligencias diferentes, aunque se obvia que todas pertenecen a una de las tres tradicionales, aquellas consideradas como tipos más generales o básicos: la inteligencia intelectual, la emocional y la corporal o instintiva. En el Eneagrama corresponden a los tres Centros de Inteligencia que configuran los Tipos Mentales, Tipos Emocionales y Tipos Instintivos. En las neurociencias corresponden a cerebro triuno: Neo-mamífero (Neocorteza), Mamífero (Sistema Límbico) y Reptiliano (Primitivo o Básico) respectivamente.

El origen histórico de esta tipología clásica se remonta a la Antigua Grecia. Las expresiones populares en torno al alma, ya reflejaban la experiencia de distinguir ciertos fenómenos psíquicos aislados, para referirse a los cuales usaban términos tales como fuerza, potencia, facultad, juicio, voluntad. La psicología precientífica tuvo que admitir la divisibilidad sustancial del alma, para adecuarse a las ideas subyacentes en el lenguaje. Pitágoras fue uno de los primeros en plantear que el alma era divisible. Areteo elabora después la terminología que más tarde utiliza Platón en La República.

La clasificación platónica tripartita derivada del dualismo metafísico, supone que el alma posee tres funciones principales y que existen tres “clases” de individuos según cual de ellas domine:

Intelectual (mente, nous), gobierna el organismo psicológico, lo inteligible; proviene del conocimiento y domina en la cabeza como acrópolis del cuerpo; los individuos de este tipo son racionales y denodados (los Guardianes de La República)

Emocional (afectos irascibles, thymós), fuente de acción y de reacción al placer o dolor; sede de la virtud y del coraje; proviene del calor de la sangre y domina en el pecho; los individuos de este tipo son emotivos, voluntariosos y valerosos (los Guerreros)

Pasional o Apetitiva (deseos concupiscibles, epithumetikón), la parte sensitiva del alma que se controla con la templanza; proviene de las entrañas y domina en el vientre; los individuos de este tipo son sensuales, instintivos y productores prácticos (la masa).

En aquella época era común la localización corporal de las partes del alma. Demócrito localizaba la ira en el corazón, lo pensante en la cabeza y los deseos sensitivos en el hígado, tal como lo hace Plotino en la bilis.

Influenciada por un nuevo concepto de alma y en oposición a la idea de separación espacial, con Aristóteles la teoría de las partes del alma se transformó en doctrina de las facultades, manteniendo la unidad de la vida anímica: ninguna potencia puede actuar sin las otras. Más adelante, esta teoría aparece en Evagrio, en la Patrística y en San Agustín.

La obsesión medieval por las estructuras lleva a retomar la teoría de las partes del alma. La Escolástica, principalmente con Alberto Magno y su discípulo Aquino, adopta la división aristotélica. La contribución más relevante fue la de Santo Tomás, quien mantiene la unidad del alma – aunque con facultades diferentes – y termina de convertir las acciones o funciones psicológicas en procesos psíquicos.

Posteriormente, hubo aportes aislados como los de Paracelso y Juan Huarte, hasta llegar a la Moderna Teoría de las Facultades con autores del siglo XVI, XVII y XVIII, quienes mencionaban frecuentemente la idea de potencia, como Reid, Condillac y Wolff, el primero en utilizar el término facultad. Wolff se apoya en la división platónica y en la distinción de Leibnitz de las dos formas fundamentales de las mónadas para elaborar su teoría.

En contraste con lo fortuito de las concepciones asociacionistas, basadas únicamente en alguna suerte de cohesión dejada al azar, la psicología de las facultades considera un centro unificado – la mente. Esta clasificación se aceptó durante siglos, con modificaciones ocasionales en el número de facultades y en el nombre asignado. Con una creciente tendencia a favor de la razón, se extendió tanto en el siglo XVIII (con la contribución de filósofos alemanes populares como Sulzer, Mendelssohn y Tetens), y gran parte de la arquitectura kantiana depende de dicha teoría, destacando principalmente el intelecto de la voluntad.

A partir de Kant, la división tripartita más comúnmente usada fue la de las facultades cognoscitivas, afectivas y conativas. Al contrario de los wolffianos, este filósofo admite que el conocimiento, el sentimiento y el deseo tienen cada uno su propio origen, recalcando su carácter dinámico más que estático. En el siglo XIX, la Psicología Facultativa entra en crisis junto con la psicología aristotélica. A mediados de siglo se la abandona o se usa el vocablo facultad como nombre colectivo de una clase de actividad psíquica, pero con una clasificación alejada de la tradicional, como se observa en Brentano, en el behaviorismo y estructuralismo.

Algunos autores han manifestado que esta teoría ha sido malentendida y poco apreciada, siendo criticada mediante consideraciones experimentales y nominalistas modernas. Se la acusa de circularidad, al intentar explicar los procesos mentales individuales por medio de una facultad que no es más que una hipóstasis de aquellos procesos (vease Locke). Se asume que es difícil encontrar las huellas de la doctrina de las facultades en la psicología y en la filosofía contemporáneas. No obstante, se ha hecho notar que está aún presente en determinados casos.

En su forma más pura, permanece recluida dentro de la filosofía neoclásica. Por otro lado, algunos análisis filosóficos de las expresiones actuales del lenguaje corriente destacan el uso de los verbos pensarsentirdesear (y otros) para referirse a fenómenos psíquicos considerados diferentes. Pero por sobre todo, se la ha señalado como precursora del análisis factorial, de la posterior teoría de los rasgos y, especialmente, de los Tres Superfactores de Eysenck. Asimismo, se ha agregado que habría un cierto paralelismo con los módulos mentales postulados por la psicología cognitiva.

En este eterno retorno nietzschiano que es la vida, pareciera que nos estamos volviendo a encontrar con una misma teoría, aunque con otros nombres y con nuevos hallazgos que la respaldan. Gardner plantea el concepto de Inteligencias Múltiples (9 tipos igual que en el Eneagrama), Goleman recalca la facultad Emocional y Gladwell la Intuitiva. Por otra parte, ha vuelto a repuntar el interés por la Psicología Diferencial y por el Temperamento. Tal como lo expone Ferrater Mora, “la realidad está ordenada jerárquicamente, de tal suerte que los cortes lógicos efectuados sobre ella corresponden a su constitución ontológica”. Una totalidad puede dividirse en partes que no necesariamente separan sus relaciones del todo. Así que ciertos contenidos psíquicos, en cuanto pueden ser dispuestos en pequeñas gradaciones intermedias, forman grupos independientes y conforman partes de la psique total. En el mismo sentido, las tradiciones espirituales universales también suponen que “la naturaleza humana está dividida, en contra de sí misma y en contra de lo divino” (Riso y Hudson).

McLean

Eneagrama y Psicoterapia: algunas reflexiones (Segunda parte)

Breve introducción general al Eneagrama de las Personalidades

El Eneagrama de los Tipos de Personalidad  es la aplicación más conocida del antiquísimo símbolo del Eneagrama (enea = nueve, grama = diseño). Consiste en una taxonomía o clasificación de 9 estilos básicos de personalidad y sus interrelaciones. Se los denomina con un número para evitar connotaciones negativas, a pesar de que también se le han puesto distintos nombres.

Esta tipología se podría considerar como una especie de mapa dinámico e interactivo que muestra la forma básica que tenemos de percibir y organizar la realidad; es decir, en el fondo está apuntando a la forma en cómo vemos la vida y cómo nos movemos dentro de ella. Alumbra aquello que está en la raíz del propio estilo individual tal como las estrategias internas que gobiernan y dirigen nuestros actos; nos orienta sobre cuáles son nuestros miedos y deseos básicos más profundos.

Aunque en un primer acercamiento pueda parecer una simplista colección de rasgos de personalidad, en realidad consiste en un sistema altamente complejo y muy completo, el cual no se termina nunca de aprehender.

Como instrumento de auto-conocimiento y crecimiento personal, facilita itinerarios de evolución, tanto en el plano relacional como en el psicológico-existencial y en el espiritual.Y, el cambio entraña auto-conocimiento y el auto-conocimiento es sanador en sí mismo o espontáneamente autocorrectivo, ya que al conocerse a uno mismo con suficiente profundidad, ciertas cosas van a ir cambiando inevitablemente (Claudio Naranjo).

Concerniente a las posibles ventajas de este enfoque respecto de otras clasificaciones de personalidad, recurro a las palabras de Charles Tart:

… .examinándolo como psicólogo especialista de la teoría de la personalidad, el Eneagrama, se trataba evidentemente del sistema de personalidad más complejo y sofisticado que había conocido hasta la fecha, pero se trataba de una complejidad, más que confusa, sensible e inteligente. Comparados con el Eneagrama la mayoría de los sistemas de personalidad parecían excesivamente simples. Prácticamente casi todos los sistemas de personalidad conocidos y generalmente aceptados no van más allá del marco de la vida cotidiana. No son teorías transpersonales, aunque sean incluso humanistas. El momento en que se me explicó la naturaleza de mi tipo fue uno de los más esclarecedores de mi vida. Toda clase de acontecimientos y reacciones incomprensibles de mi vida empezaron a cobrar sentido Y, lo que es de mayor importancia, pude ver en qué fallaba básicamente mi enfoque vital y obtuve un bosquejo general del modo en que podía trabajar para modificarlo. Tras quince años de experiencia sigo creyendo que el Eneagrama de la personalidad nos ayuda a comprender, a ser solidarios y a relacionarnos con los demás(Charles Tart).

Personalmente, el Eneagrama me ha sido de mucha utilidad, tanto en mi vida personal como en mi rol de terapeuta. Este enfoque holístico, sistémico, dialéctico, dinámico e introspectivo, contiene una interesante teoría paradigmática acerca del desarrollo de la personalidad, con ciertos guiños etiológicos (es decir, al ¿cómo se nos enferma la personalidad?), pero sin ser patologista como lo son otros modelos. Entrega unos lentes diferentes con los que mirar al ser humano dentro de los distintos subsistemas en los que está inserto, ampliándonos la visión acerca de lo que se puede considerar normal versus patológico.

Si en el plano teórico es dable cuestionar su validez, el escepticismo es más difícil de sostener en el plano terapéutico, ya que, epur si move, como diría Galileo. En efecto, sin duda alguna como herramienta psicoterapéutica es indudablemente muy efectiva. Aporta gran cantidad de información sobre la personalidad del paciente y de sus procesos mentales, con muy pocos datos. Incluso los expertos pueden llegar a conocer el tipo de alguien a simple vista, observando sus rasgos fenotípicos. Además, el diagnóstico y la etiología suelen ser bastante precisos.

Las investigaciones acerca de la efectividad de la psicoterapia han demostrado repetidamente que uno de los factores más relevantes en el éxito terapéutico radica en que el paciente y el terapeuta coincidan en la forma de percibir el proceso de terapia, tanto en lo teórico como en lo técnico. Dado que el Eneagrama posibilita el compartir el mismo paradigma con el paciente, consecuentemente las terapias son más cortas y mucho más fructíferas.

Por otro lado, se facilita el reírse de uno mismo y reírse con el paciente, no tomarse tan en serio, lo que resulta muy terapéutico (también para el terapeuta). Al reconocer el tipo de personalidad del terapeuta, el paciente se va a sentir dentro de una relación más paralela, lo que redundará en mejorar el rapport y la alianza terapéutica. Por otra parte, tiene un efecto expansivo, ya que cuando evoluciona un miembro de la familia, inevitablemente se modificará el sistema familiar. Pero además, la persona aplica sus nuevos conocimientos a otras áreas de su vida (p.e. relación de pareja, laboral, amistades). Una ventaja no menor es que es muy entretenido.

Por supuesto que este sistema está lejos de ser perfecto y está expuesto a las mismas críticas que recibe cualquiera otra clasificación de personalidades, tal como el problema del encasillamiento y de la identificación del tipo; las dudas en torno al número de tipos de personalidad existentes; el problema de la validación; la escasez de evidencia empírica; el problema de la perspectiva negativa; etc. Aunque, sin duda, las mayores carencias del Eneagrama radican todavía en el área de la investigación científica.

Este modelo partió siendo como un esqueleto al que se le fueron incorporando conocimientos de sabidurías antiguas integrándolos con hallazgos más modernos provenientes de la psicología, psiquiatría y biología, pero también de la antropología, sociología, religión, filosofía y, más recientemente, desde las neurociencias, las ciencias afectivas y el budismo.

Probablemente seguirá progresando gracias a los aportes derivados de las correlaciones que se han efectuado con otros sistemas y a nuevos resultados provenientes de otros campos de investigación. El mismo sistema muestra los caminos por donde proseguir avanzando hacia una teoría más general, más integrativa y más coherente en comparación con otras macroteorías.

Anexo 1:

Personalidad 1: país Suiza; caricatura del Boy Scout y Mr. Spock; personaje T. Moro y M. Tatcher; definición personal: soy empeñoso, razonable y objetivo; reacción ante identificación: tenía razón!, yo tengo la culpa; queja oculta: todo andaría mejor si me hicieran caso.

Personalidad 2 = país Italia; caricatura la mamma italiana; personaje Pavarotti y F. Nightingale; definición personal: soy bueno y afectuoso; reacción ante identificación: es bueno ayudar, pero cuesta mucho; queja oculta: siempre amo yo más de lo que me aman a mí.

Personalidad 3 = país Estados Unidos; caricatura el yuppie o el chilenensis Cuesco Cabrera; personaje J. Kennedy y Madonna; definición personal: soy triunfador, admirable y atractivo; reacción ante identificación: ¡que horror!, me descubrieron!; queja oculta: soy superior y por eso me tienen envidia.

Personalidad 4 = país Francia; caricatura del artista insatisfecho; personaje Johnny Depp y María Callas; definición personal: soy diferente, sensible e intuitivo; reacción ante identificación: ya no estoy sólo, por fin pertenezco a un grupo; queja oculta: soy distinto y por eso no encajo en ninguna parte.

Personalidad 5 = país Inglaterra; caricatura del ratón de biblioteca y el nerd (o girosintornillos); personaje Einstein y Simone Weil; definición personal: soy observador, perspicaz y sabio; reacción ante identificación: ¡qué vergüenza!, me están mirando!; queja oculta: casi nadie entiende las cosas como yo.

Personalidad 6 = país Alemania; caricatura de Hamlet, el que obedece órdenes y el Cumpa (de Condorito); personaje Freud y Diane Keaton; definición personal: soy confiable, responsable y amistoso; reacción ante identificación: ¡temo ser un 6!, ¿seré un 6?; queja oculta: cumplo las reglas aunque los otros no lo hacen.

Personalidad 7 = país Brasil; caricatura de Pindy, del Poto Loco y de Peter Pan; personaje Cole Porter y Bette Midler; definición personal: soy alegre, entusiasta y estoy bien; reacción ante identificación: ¡me encanta ser un 7!; queja oculta: soy feliz, pero lo sería más aún si….

Personalidad 8 = país España; caricatura de Rambo y Sansón; personaje Roosevelt y Golda Meir; definición personal: soy fuerte, asertivo y poderoso; reacción ante identificación: ¡ni hablar!, no es cierto que sea vengativo; queja oculta: ¡lucho por mi supervivencia para que no me aplasten ni me aventajen!.

Personalidad 9 = país México; caricatura del hippie, don Fausto y el pacifista; personaje Gandhi y Grace Kelly; definición personal: soy equilibrado, calmado y no tengo problemas; reacción ante identificación: ¿y? ¡qué más dá!, ¡qué tanto vale todo esto!; queja oculta: yo estoy conforme como soy, pero todos me presionen para que cambie.

Anexo 2:

Los 9 tipos de personalidad se agrupan en tríadas de acuerdo a determinados criterios. La agrupación más básica es la de los Centros de Inteligencia, la cual se fundamenta en los tres componentes clásicos de la psiquis humana: instintos, sentimientos y pensamientos. Platón utilizó la metáfora de un carro para ilustrar la interrelación entre los aspectos físicos (el carruaje), los emocionales (el caballo) y los mentales (el cochero). Gurdjieff también recurre a esta parábola, aunque agrega que, sentado en el asiento (el pasajero), se encuentra el Amo y Señor – el Ego – que es quien decide adónde se dirige el carro. Los tres tipos de personalidad que conforman cada Centro comparten una determinada forma de experienciar y percibir el mundo así como ciertos hábitos emocionales.

Debido a una multiplicidad de factores, desde la infancia nuestro ego se va desarrollando con más fuerza en torno a una de las tres funciones esenciales, aquella que nos sale más espontáneamente, con la que sentimos que lo hacemos mejor. Paulatinamente, el Centroque contiene a dicha función se transforma en la predominante en detrimento de las otras dos, culminando en un resultado paradojal, puesto que justamente este será el componente de la psique menos capaz de funcionar libremente.

En este estado de desequilibrio energético nos comportamos en forma no integrada, vale decir, buscamos la solución a nuestros problemas casi exclusivamente a partir de nuestro propio centro de pertenencia, desde donde hacemos operar a los otros dos (p.e. podemos pensar con nuestros sentimientos). Alrededor de dicha estrategia se va formando nuestro estilo de personalidad, con su visión de vida sesgada por la llamada función predisponente, aquella que nos inclina a percibir y responder a la realidad del modo en que lo hacemos.

Cuando uno de estos centros intenta hacer el trabajo de los otros, nos desbalanceamos y actuamos demasiado impulsivamente, demasiado emocionalmente o demasiado racionalmente. En una situación ideal – en cambio – las tres inteligencias se utilizan de forma interdependiente y funcionan libremente, cada una en su ámbito de acuerdo a las circunstancias dadas. Lograr una armonía entre – lo que hacemos, lo que sentimos y lo que pensamos – nos lleva a experimentar una sensación de plenitud, integración y equilibrio.

Anexo 3:

El Centro Instintivo (8, 9 y 1: inteligencia visceral) está relacionado con el paleoencéfalo (cerebro reptiliano) y abarca aquellas funciones que ayudan a afirmar nuestro «territorio» y a reafirmarnos a nosotros mismo, tales como la energía, rabia y sexualidad. Nos entrega las sensaciones físicas de cómo lo estamos haciendo y nos informa de un modo natural lo que necesitamos. Precisamos de lo visceral para interactuar con el entorno y con los demás. Se trata de la familia de la pereza, la que ha perdido contacto con su propia interioridad. Ven la vida como una selva donde hay que tratar de sobrevivir, por lo que están más centrados en el presente. Suelen tener problemas con los límites respecto a los demás y con el control; buscan poder y autonomía; se sienten dominados por la emoción de la rabia y por tendencias impulsivas.

El Centro del Sentir (2, 3 y 4: inteligencia emocional) está relacionado con el mesoencéfalo (cerebro mamífero) y abarca aquellas funciones que nos ayudan a contactarnos con los demás, a sentirnos unidos, plenos y valiosos, dignos de ser amados. Nos entrega el sentido emocional de quién somos respecto a los otros y cómo lo estamos haciendo en las interrelaciones personales. Necesitamos lo emocional para la vida afectiva y para relacionarnos más íntimamente. Se trata de la familia de la vanidad, con su problemática de inautenticidad. Ven la vida como donde se establecen las relaciones afectivas, por lo que están más centrados en el pasado. Suelen tener problemas de autoestima y conflictivas en sus relaciones interpersonales; buscan atención y amor; se sienten dominados por la emoción de vergüenza y por un vago anhelo carencial melancólico.

El Centro del Pensar (5, 6 y 7: inteligencia intelectual) está relacionado con el telencéfalo (cerebro neo-mamífero) y abarca aquellas funciones que nos ayudan a orientarnos y a sentirnos seguros. Nos entrega el sentido racional referente a de dónde venimos, a qué y adónde vamos. Nos permite encontrar dirección, propósito y significado en la vida, así como proyectarnos en cuanto a personas y eventos. Se necesita lo mental para discernir y decidir las acciones. Se trata de la familia del miedo, con presencia de angustia inhibidora. Ven la vida como un puzzle o un enigma a resolver, por lo que están más centrados en el futuro. Suelen tener problemas de desconfianza, desorientación y con el hacer; buscan conocimientos y seguridad; se sienten dominados por la emoción del miedo y de la ansiedad.

Anexo 4: el problema del etiquetamiento y del encasillamiento

Esta problemática siempre ha estado presente en los intentos de clasificación de las personalidades a lo largo de la historia. La psicología se ha movido entre el conocimiento general taxonómico o psicología nomotética (los seres humanos serían en esencia parecidos) y la especificidad irrepetible o psicología ideográfica (cada persona es única), intentando evitar el nihilismo respecto al estudio científico de la personalidad, ya que la ciencia avanza descubriendo principios generales. Como la existencia de «diferencias» implica «similitudes» y ambas caen dentro de dimensiones medibles, se considera factible formular leyes generales a partir de muestras pequeñas y no representativas. Mientras que la mayoría de las tipologías se centran en aspectos parciales de la personalidad descuidando otros, el Eneagrama, aunque apunta más a las diferencias interindividuales, también se aboca a la estructura individual (incluida la esencia). Este modelo entrega categorías generales, sin sacrificar la individualidad. Postula que solo el tipo básico es definitivo, aunque se recalca que no existen ?tipos? sino que solo personas. La forma holística y dinámica en que está estructurado este sistema, supone que cada tipo básico se combina con otras variables (p.e. el instinto predominante), conformándose más de 100 diferentes subtipos secundarios, los cuales pueden ir cambiando con el transcurso del tiempo en un mismo individuo.

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