El Eneagrama de los Tipos de Personalidad es la aplicación más conocida del antiquísimo símbolo del Eneagrama (enea = nueve, grama = diseño). Consiste en una taxonomía o clasificación de 9 estilos básicos de personalidad y sus interrelaciones. Se los denomina con un número para evitar connotaciones negativas, a pesar de que también se le han puesto distintos nombres.
Esta tipología se podría considerar como una especie de mapa dinámico e interactivo que muestra la forma básica que tenemos de percibir y organizar la realidad; es decir, en el fondo está apuntando a la forma en cómo vemos la vida y cómo nos movemos dentro de ella. Alumbra aquello que está en la raíz del propio estilo individual tal como las estrategias internas que gobiernan y dirigen nuestros actos; nos orienta sobre cuáles son nuestros miedos y deseos básicos más profundos.
Aunque en un primer acercamiento pueda parecer una simplista colección de rasgos de personalidad, en realidad consiste en un sistema altamente complejo y muy completo, el cual no se termina nunca de aprehender.
Como instrumento de auto-conocimiento y crecimiento personal, facilita itinerarios de evolución, tanto en el plano relacional como en el psicológico-existencial y en el espiritual.Y, el cambio entraña auto-conocimiento y el auto-conocimiento es sanador en sí mismo o espontáneamente autocorrectivo, ya que al conocerse a uno mismo con suficiente profundidad, ciertas cosas van a ir cambiando inevitablemente (Claudio Naranjo).
Concerniente a las posibles ventajas de este enfoque respecto de otras clasificaciones de personalidad, recurro a las palabras de Charles Tart:
… .examinándolo como psicólogo especialista de la teoría de la personalidad, el Eneagrama, se trataba evidentemente del sistema de personalidad más complejo y sofisticado que había conocido hasta la fecha, pero se trataba de una complejidad, más que confusa, sensible e inteligente. Comparados con el Eneagrama la mayoría de los sistemas de personalidad parecían excesivamente simples. Prácticamente casi todos los sistemas de personalidad conocidos y generalmente aceptados no van más allá del marco de la vida cotidiana. No son teorías transpersonales, aunque sean incluso humanistas. El momento en que se me explicó la naturaleza de mi tipo fue uno de los más esclarecedores de mi vida. Toda clase de acontecimientos y reacciones incomprensibles de mi vida empezaron a cobrar sentido Y, lo que es de mayor importancia, pude ver en qué fallaba básicamente mi enfoque vital y obtuve un bosquejo general del modo en que podía trabajar para modificarlo. Tras quince años de experiencia sigo creyendo que el Eneagrama de la personalidad nos ayuda a comprender, a ser solidarios y a relacionarnos con los demás(Charles Tart).
Personalmente, el Eneagrama me ha sido de mucha utilidad, tanto en mi vida personal como en mi rol de terapeuta. Este enfoque holístico, sistémico, dialéctico, dinámico e introspectivo, contiene una interesante teoría paradigmática acerca del desarrollo de la personalidad, con ciertos guiños etiológicos (es decir, al ¿cómo se nos enferma la personalidad?), pero sin ser patologista como lo son otros modelos. Entrega unos lentes diferentes con los que mirar al ser humano dentro de los distintos subsistemas en los que está inserto, ampliándonos la visión acerca de lo que se puede considerar normal versus patológico.
Si en el plano teórico es dable cuestionar su validez, el escepticismo es más difícil de sostener en el plano terapéutico, ya que, epur si move, como diría Galileo. En efecto, sin duda alguna como herramienta psicoterapéutica es indudablemente muy efectiva. Aporta gran cantidad de información sobre la personalidad del paciente y de sus procesos mentales, con muy pocos datos. Incluso los expertos pueden llegar a conocer el tipo de alguien a simple vista, observando sus rasgos fenotípicos. Además, el diagnóstico y la etiología suelen ser bastante precisos.
Las investigaciones acerca de la efectividad de la psicoterapia han demostrado repetidamente que uno de los factores más relevantes en el éxito terapéutico radica en que el paciente y el terapeuta coincidan en la forma de percibir el proceso de terapia, tanto en lo teórico como en lo técnico. Dado que el Eneagrama posibilita el compartir el mismo paradigma con el paciente, consecuentemente las terapias son más cortas y mucho más fructíferas.
Por otro lado, se facilita el reírse de uno mismo y reírse con el paciente, no tomarse tan en serio, lo que resulta muy terapéutico (también para el terapeuta). Al reconocer el tipo de personalidad del terapeuta, el paciente se va a sentir dentro de una relación más paralela, lo que redundará en mejorar el rapport y la alianza terapéutica. Por otra parte, tiene un efecto expansivo, ya que cuando evoluciona un miembro de la familia, inevitablemente se modificará el sistema familiar. Pero además, la persona aplica sus nuevos conocimientos a otras áreas de su vida (p.e. relación de pareja, laboral, amistades). Una ventaja no menor es que es muy entretenido.
Por supuesto que este sistema está lejos de ser perfecto y está expuesto a las mismas críticas que recibe cualquiera otra clasificación de personalidades, tal como el problema del encasillamiento y de la identificación del tipo; las dudas en torno al número de tipos de personalidad existentes; el problema de la validación; la escasez de evidencia empírica; el problema de la perspectiva negativa; etc. Aunque, sin duda, las mayores carencias del Eneagrama radican todavía en el área de la investigación científica.
Este modelo partió siendo como un esqueleto al que se le fueron incorporando conocimientos de sabidurías antiguas integrándolos con hallazgos más modernos provenientes de la psicología, psiquiatría y biología, pero también de la antropología, sociología, religión, filosofía y, más recientemente, desde las neurociencias, las ciencias afectivas y el budismo.
Probablemente seguirá progresando gracias a los aportes derivados de las correlaciones que se han efectuado con otros sistemas y a nuevos resultados provenientes de otros campos de investigación. El mismo sistema muestra los caminos por donde proseguir avanzando hacia una teoría más general, más integrativa y más coherente en comparación con otras macroteorías.
Anexo 1:
Personalidad 1: país Suiza; caricatura del Boy Scout y Mr. Spock; personaje T. Moro y M. Tatcher; definición personal: soy empeñoso, razonable y objetivo; reacción ante identificación: tenía razón!, yo tengo la culpa; queja oculta: todo andaría mejor si me hicieran caso.
Personalidad 2 = país Italia; caricatura la mamma italiana; personaje Pavarotti y F. Nightingale; definición personal: soy bueno y afectuoso; reacción ante identificación: es bueno ayudar, pero cuesta mucho; queja oculta: siempre amo yo más de lo que me aman a mí.
Personalidad 3 = país Estados Unidos; caricatura el yuppie o el chilenensis Cuesco Cabrera; personaje J. Kennedy y Madonna; definición personal: soy triunfador, admirable y atractivo; reacción ante identificación: ¡que horror!, me descubrieron!; queja oculta: soy superior y por eso me tienen envidia.
Personalidad 4 = país Francia; caricatura del artista insatisfecho; personaje Johnny Depp y María Callas; definición personal: soy diferente, sensible e intuitivo; reacción ante identificación: ya no estoy sólo, por fin pertenezco a un grupo; queja oculta: soy distinto y por eso no encajo en ninguna parte.
Personalidad 5 = país Inglaterra; caricatura del ratón de biblioteca y el nerd (o girosintornillos); personaje Einstein y Simone Weil; definición personal: soy observador, perspicaz y sabio; reacción ante identificación: ¡qué vergüenza!, me están mirando!; queja oculta: casi nadie entiende las cosas como yo.
Personalidad 6 = país Alemania; caricatura de Hamlet, el que obedece órdenes y el Cumpa (de Condorito); personaje Freud y Diane Keaton; definición personal: soy confiable, responsable y amistoso; reacción ante identificación: ¡temo ser un 6!, ¿seré un 6?; queja oculta: cumplo las reglas aunque los otros no lo hacen.
Personalidad 7 = país Brasil; caricatura de Pindy, del Poto Loco y de Peter Pan; personaje Cole Porter y Bette Midler; definición personal: soy alegre, entusiasta y estoy bien; reacción ante identificación: ¡me encanta ser un 7!; queja oculta: soy feliz, pero lo sería más aún si….
Personalidad 8 = país España; caricatura de Rambo y Sansón; personaje Roosevelt y Golda Meir; definición personal: soy fuerte, asertivo y poderoso; reacción ante identificación: ¡ni hablar!, no es cierto que sea vengativo; queja oculta: ¡lucho por mi supervivencia para que no me aplasten ni me aventajen!.
Personalidad 9 = país México; caricatura del hippie, don Fausto y el pacifista; personaje Gandhi y Grace Kelly; definición personal: soy equilibrado, calmado y no tengo problemas; reacción ante identificación: ¿y? ¡qué más dá!, ¡qué tanto vale todo esto!; queja oculta: yo estoy conforme como soy, pero todos me presionen para que cambie.
Anexo 2:
Los 9 tipos de personalidad se agrupan en tríadas de acuerdo a determinados criterios. La agrupación más básica es la de los Centros de Inteligencia, la cual se fundamenta en los tres componentes clásicos de la psiquis humana: instintos, sentimientos y pensamientos. Platón utilizó la metáfora de un carro para ilustrar la interrelación entre los aspectos físicos (el carruaje), los emocionales (el caballo) y los mentales (el cochero). Gurdjieff también recurre a esta parábola, aunque agrega que, sentado en el asiento (el pasajero), se encuentra el Amo y Señor – el Ego – que es quien decide adónde se dirige el carro. Los tres tipos de personalidad que conforman cada Centro comparten una determinada forma de experienciar y percibir el mundo así como ciertos hábitos emocionales.
Debido a una multiplicidad de factores, desde la infancia nuestro ego se va desarrollando con más fuerza en torno a una de las tres funciones esenciales, aquella que nos sale más espontáneamente, con la que sentimos que lo hacemos mejor. Paulatinamente, el Centroque contiene a dicha función se transforma en la predominante en detrimento de las otras dos, culminando en un resultado paradojal, puesto que justamente este será el componente de la psique menos capaz de funcionar libremente.
En este estado de desequilibrio energético nos comportamos en forma no integrada, vale decir, buscamos la solución a nuestros problemas casi exclusivamente a partir de nuestro propio centro de pertenencia, desde donde hacemos operar a los otros dos (p.e. podemos pensar con nuestros sentimientos). Alrededor de dicha estrategia se va formando nuestro estilo de personalidad, con su visión de vida sesgada por la llamada función predisponente, aquella que nos inclina a percibir y responder a la realidad del modo en que lo hacemos.
Cuando uno de estos centros intenta hacer el trabajo de los otros, nos desbalanceamos y actuamos demasiado impulsivamente, demasiado emocionalmente o demasiado racionalmente. En una situación ideal – en cambio – las tres inteligencias se utilizan de forma interdependiente y funcionan libremente, cada una en su ámbito de acuerdo a las circunstancias dadas. Lograr una armonía entre – lo que hacemos, lo que sentimos y lo que pensamos – nos lleva a experimentar una sensación de plenitud, integración y equilibrio.
Anexo 3:
El Centro Instintivo (8, 9 y 1: inteligencia visceral) está relacionado con el paleoencéfalo (cerebro reptiliano) y abarca aquellas funciones que ayudan a afirmar nuestro «territorio» y a reafirmarnos a nosotros mismo, tales como la energía, rabia y sexualidad. Nos entrega las sensaciones físicas de cómo lo estamos haciendo y nos informa de un modo natural lo que necesitamos. Precisamos de lo visceral para interactuar con el entorno y con los demás. Se trata de la familia de la pereza, la que ha perdido contacto con su propia interioridad. Ven la vida como una selva donde hay que tratar de sobrevivir, por lo que están más centrados en el presente. Suelen tener problemas con los límites respecto a los demás y con el control; buscan poder y autonomía; se sienten dominados por la emoción de la rabia y por tendencias impulsivas.
El Centro del Sentir (2, 3 y 4: inteligencia emocional) está relacionado con el mesoencéfalo (cerebro mamífero) y abarca aquellas funciones que nos ayudan a contactarnos con los demás, a sentirnos unidos, plenos y valiosos, dignos de ser amados. Nos entrega el sentido emocional de quién somos respecto a los otros y cómo lo estamos haciendo en las interrelaciones personales. Necesitamos lo emocional para la vida afectiva y para relacionarnos más íntimamente. Se trata de la familia de la vanidad, con su problemática de inautenticidad. Ven la vida como donde se establecen las relaciones afectivas, por lo que están más centrados en el pasado. Suelen tener problemas de autoestima y conflictivas en sus relaciones interpersonales; buscan atención y amor; se sienten dominados por la emoción de vergüenza y por un vago anhelo carencial melancólico.
El Centro del Pensar (5, 6 y 7: inteligencia intelectual) está relacionado con el telencéfalo (cerebro neo-mamífero) y abarca aquellas funciones que nos ayudan a orientarnos y a sentirnos seguros. Nos entrega el sentido racional referente a de dónde venimos, a qué y adónde vamos. Nos permite encontrar dirección, propósito y significado en la vida, así como proyectarnos en cuanto a personas y eventos. Se necesita lo mental para discernir y decidir las acciones. Se trata de la familia del miedo, con presencia de angustia inhibidora. Ven la vida como un puzzle o un enigma a resolver, por lo que están más centrados en el futuro. Suelen tener problemas de desconfianza, desorientación y con el hacer; buscan conocimientos y seguridad; se sienten dominados por la emoción del miedo y de la ansiedad.
Anexo 4: el problema del etiquetamiento y del encasillamiento
Esta problemática siempre ha estado presente en los intentos de clasificación de las personalidades a lo largo de la historia. La psicología se ha movido entre el conocimiento general taxonómico o psicología nomotética (los seres humanos serían en esencia parecidos) y la especificidad irrepetible o psicología ideográfica (cada persona es única), intentando evitar el nihilismo respecto al estudio científico de la personalidad, ya que la ciencia avanza descubriendo principios generales. Como la existencia de «diferencias» implica «similitudes» y ambas caen dentro de dimensiones medibles, se considera factible formular leyes generales a partir de muestras pequeñas y no representativas. Mientras que la mayoría de las tipologías se centran en aspectos parciales de la personalidad descuidando otros, el Eneagrama, aunque apunta más a las diferencias interindividuales, también se aboca a la estructura individual (incluida la esencia). Este modelo entrega categorías generales, sin sacrificar la individualidad. Postula que solo el tipo básico es definitivo, aunque se recalca que no existen ?tipos? sino que solo personas. La forma holística y dinámica en que está estructurado este sistema, supone que cada tipo básico se combina con otras variables (p.e. el instinto predominante), conformándose más de 100 diferentes subtipos secundarios, los cuales pueden ir cambiando con el transcurso del tiempo en un mismo individuo.
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