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La testosterona (T) es imprescindible para el deseo sexual y la erección. En las últimas dos décadas ha aumentado ostensiblemente la cantidad de hombres jóvenes con niveles anormalmente bajos de esta hormona y, consecuentemente, también han aumentado significativamente las disfunciones sexuales masculinas. Es fundamental que en cada paciente se indague a qué se debe la disminución de T en su caso en particular. La terapia de reemplazo hormonal es el tratamiento indicado en general para el hipogonadismo en hombres mayores, pero en los jóvenes no sería aconsejable dada los riesgos para su salud en el largo plazo. Al igual que con la fiebre, no se debería atacar simplemente el síntoma sin haber identificado la causa de fondo.

Además, la relación entre T y disfunción sexual es bastante compleja, por lo que no basta con regular sus niveles para recuperar la funcionalidad. Por un lado, la medición de T de la mayoría de los jóvenes que sufren de bajo deseo sexual o Deseo Sexual Hipoactivo (DSH) es perfectamente normal, siendo estos los pacientes que más nos consultan en CEPPAS (Centro de la Persona, la Pareja y la Sexualidad). Por otro lado, a pesar de que muchos hombres mayores de 60 años que presentan graves déficits de T, logran mantener su deseo sexual. Por lo tanto, este sería un factor que – aunque muy importante – contribuye a la aparición y mantenimiento del síntoma sexual, pero ni es el único ni es necesariamente el decisivo.

El hipogonadismo, término médico que se aplica cuando los testículos no pueden producir la cantidad adecuada de T, puede ser congénito o adquirido. Si bien las posibles causas del tipo adquirido son muy variadas, su incremento en hombres jóvenes esencialmente sanos ha sido atribuido a factores muy específicos: ambientales (polución, uso de aparatos electrónicos), exceso de entrenamiento deportivo y obesidad, pero por lejos el factor que se señala como el más decisivo es el estrés. La secuencia sería la siguiente: el estrés aumenta el nivel de cortisol y el cortisol disminuye la producción de T, pudiendo además provocar problemas de fertilidad al disminuir la cantidad de espermatozoides.

Parte importante del proceso de diagnóstico es el examen de sangre que indica los niveles de T. Sin embargo, no existe consenso entre los especialistas ni respecto al nivel límite para diagnosticar el hipogonadismo ni tampoco bajo cuáles condiciones se debería aplicar la terapia de reemplazo en hombres jóvenes. La Sociedad Americana de Endocrinología ha manifestado su preocupación debido a que en la última década se han triplicado el número de casos que han recibido dicho tratamiento, cuestionando el que se estaría indicando para niveles normales en su rango inferior así como también para quienes no presentan déficits de T, sino que solamente están cansados o deprimidos. Agregan que muchos urólogos están prescribiéndolo sin contar con un diagnóstico fehaciente de hipogonadismo propiamente tal y sin tener en cuenta los riesgos.

Como faltan estudios a gran escala para evaluar la eficacia y seguridad de estas terapias de reemplazo de T, aun se ignora cuáles podrían son todos sus efectos adversos a largo plazo. Los endocrinólogos señalan que, como no se trata precisamente de un fármaco sin riesgos, el aplicarla de manera prolongada desde edad tan temprana podría traer graves consecuencias más adelante. Lo que sí se sabe es que pueden aumentar la incidencia de cáncer de próstata, acné, enfermedades cardiovasculares, atrofia testicular, apnea del sueño y engrosamiento de la sangre.

Frente a esta situación, los hombres jóvenes deberían considerar seriamente la relación riesgo-beneficio. Mientras algunos especialistas consideran que es una solución posible, otros estiman que este tratamiento puede provocar más efectos negativos que positivos. De todos modos, esta decisión tan personal debería tomarse después de que un endocrinólogo les informe detalladamente de los peligros implícitos.

Ahora, como es el estrés el factor base que más frecuentemente está asociada a los déficits serios de T, los pacientes deberían tratar de disminuirlo mediante psicoterapia y técnicas ad hoc: yoga, meditación y ejercicios de respiración. Dado que las causales de estrés en los casos de DSH selectivo – aquél que se presenta únicamente con la pareja estable – suelen asociarse a ciertas dinámicas de pareja, sería recomendable asimismo someterse a una terapia de pareja.

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