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CONFLICTO: CUANDO EL PROBLEMA ES EL OTRO

Tú eres el grave problema
que yo no sé resolver
y acabo siempre en tus brazos
cuando me quieres tener
(Desahogo Roberto Carlos)

¿Por qué sufrimos?

Si podemos acercarnos a lo que deseamos, a lo que amamos, no hay drama, todo bien. Si pudiéramos alejáramos de lo que no queremos, de lo que nos hace daño, no habría problema. Las canciones y las películas lo saben muy bien. Para que exista drama, debemos sufrir una situación en la que algo nos impide acercarnos a lo que amamos o algo nos ata a lo que nos hace daño.

Si se trata de un drama amoroso, es posible que sucedan ambas cosas a la vez: no puedo estar contigo…ni estar sin ti (with or without)

Algo parecido les pasa a muchas personas en su trabajo. Quisieran renunciar tantas veces, pero no se deciden hacerlo, quisieran decirle varias verdades a su jefe, pero no se atreven.

¿Por qué no tomamos una decisión? ¿Por qué no renunciamos de una vez?

Tal vez porque tememos que podemos tener un problema mayor, tal vez porque presentimos que el problema no esta allí.

Problema es aquello que quiero resolver

Tenemos la idea que son los problemas los que separan a las parejas y los que generan conflictos en las organizaciones. En este artículo propongo lo contrario: tal vez los problemas sean nuestra solución, porque los problemas no separan a las personas…las unen.

Los problemas están hechos para ser solucionados. Al momento mismo de calificar una situación como problemática, es indicativo de que queremos modificarla. Por el contrario, las situaciones inmodificables generalmente no las llamamos problemas, los llamados hechos. La muerte – por ejemplo-es un hecho.

Los problemas no son igual que las sillas y las mesas. No son objetos. Tampoco son hechos, porque un mismo hecho puede ser problemático para una persona y no serlo para otra. Sin embargo, las empresas contratan a gerentes para solucionar problemas y las parejas a terapeutas para solucionar los suyos.

¿Qué son entonces los problemas?

Cuando dos o más personas miran y definen una situación como un problema, podemos suponer que comparten el deseo de modificarla. Afirmamos entonces que problemas son situaciones que definimos como indeseables y que unen a las personas en torno a un propósito común de cambio. Es lo que sucede cuando una pareja conversa preocupada sobre la educación de sus hijos, cuando un grupo de gerentes enfrenta la baja en las ventas o la productividad. Aunque pueden tener diferencia de cómo enfrentar el problema, es decir en cómo solucionarlo, están de acuerdo en lo principal: están viendo el mismo problema y ese factor mantiene cohesionado el sistema, sea este una familia, una pareja o un equipo de trabajo.

Conflicto: cuando el problema es el otro

Sin embargo, en nuestra experiencia diaria observamos que los problemas generan discusiones, peleas, y quiebre en las relaciones. ¿Cómo entonces proponer que los problemas no unen?

El problema no son los problemas, si no como los enfrentamos. Cuando en la búsqueda de la solución nos aferramos a una sola estrategia para  lograrla, perdemos de vista lo que nos une, y el medio pasa a ser el fin. Entonces, comenzamos a ver a los que no están de acuerdo con nuestra estrategia como un obstáculo y terminamos definiendo que el problema es el otro.

Cuando eso sucede, cuando el problema es el otro, estamos frente un conflicto.

Para una pareja, un grupo o una organización un problema es algo que no forma parte del sistema, pues es justamente lo que debemos cambiar para poder preservarlo. El problema es algo que está afuera. En caso del conflicto es lo contrario; el problema forma parte del sistema, porque es el otro. Nuestra mente empieza a pensar así: puesto que el problema es aquello que quiero solucionar, si el otro es el problema, la solución es que ese otro deje de ser parte del sistema.

Cuando el problema deja de estar afuera del sistema y comienza a estar adentro, el sistema corre el fuerte riesgo de romperse. Son los conflictos- no los problemas- los que destruyen parejas, equipos, familias, organizaciones y empresas.

¿Cómo solucionar el problema de los conflictos?

Ya dijimos que si dos personas o un grupo identifican el mismo problema, tienen un factor común clave: la necesidad y las ganas de solucionarlo. Es probable que no estén de acuerdo en cómo solucionarlo, pero eso tampoco necesariamente tiene que derivar en conflicto, a diferencia de los que muchos piensan y temen. Por el contrario, el conflicto surge cuando la diferencia no es admitida, cuando una parte del sistema piensa que a cada problema le corresponde una sola solución y además cree tener acceso a ella.

Para quien llega a pensar así, la situación se torna dolorosa. Si la solución es tan obvia ¿Por qué entonces el otro no es capaz de ver lo mismo que veo yo? ¿Cómo es posible que no vea lo obvio? Lamentablemente desde la verdad no son muchas las explicaciones a no ver la realidad tal cual es: o la otra persona carece de la capacidad de ver la realidad (es tonto, enfermo o ignorante) o, por lo contrario, ve la misma realidad que yo pero la niega por alguna razón que no quiere evidenciar (tiene intenciones ocultas, me está manipulando, es deshonesto, etc.)

Como podrán imaginar, una persona que piensa lo primero; que el otro no posee esencialmente la misma capacidad que yo para acceder a la verdad, genera un tipo de conversación y de razonamiento que muy pronto le deja claro al otro que no es considerado como interlocutor válido en este aparente diálogo. Nada bueno puede surgir sobre esta base. La conversación se apartara muy pronto de la búsqueda de las soluciones (el hacer) y derivara inevitablemente en una discusión sobre las capacidades de los propios interlocutores (el ser)

Las frases como: ¿quién te crees que eres… desde cuando tú…qué quieres decirme con eso? Son indicadores claros que dejamos de discutir del problema y estamos discutiendo de la relación, del valor de nuestra palabra en la solución del problema. Son las frases del conflicto.

¿Cómo volver entonces a lo que nos unía? El principio es siempre el mismo: necesitamos volver a tener un problema común.
La misma diferencia en cómo solucionar el problema puede ser vista como un problema a solucionar: ¿Cómo resolverán esta diferencia de estrategia? le planteo a una pareja, para sacarlos de la pelea por la verdad. A los equipos les propongo mirar el mismo conflicto como algo que “les ocurre”, es decir, como un desafío común que el equipo puede enfrentar.

El drama, del que hablábamos al inicio de este artículo, resulta de ver al otro como el obstáculo para lograr lo que deseamos, cuando en verdad lo necesitamos como nuestro aliado. En el amor y en cualquier relación que pretenda sostenerse en el tiempo, no nos sirve tener la razón, porque eso deja sin razón al otro.

La solución a los conflictos no pasa por zanjar las diferencias, ni menos por negarlas. Tampoco pasa por prohibir los conflictos. Lo que realmente nos ayuda es volver a generar un foco de atención respecto de algo común que esta fuera de nosotros y que ambas parten queremos cambiar: nuestros queridos problemas.

Alvaro Godoy
Coach Integral Universidad Católica
Correo: alvarogodoy@uc.cl

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