En una entrevista a Elisabeth Bandinter, la filósofa plantea ciertos argumentos que se corresponden bastante bien con un fenómeno que vengo observando repetidamente desde hace algunos años en mi consulta: el deseo sexual hipoactivo en hombres de alrededor de 30 años de edad.
Según explica la autora en su libro “XY”, los hombres están viviendo una crisis de identidad: “Cada niñito y cada adolescente necesita afirmarse como un pequeño macho. Necesita hacerlo con sus pares para estar seguro de que es hombre y, por lo tanto, distinto de las mujeres. Luego, una vez adquirida su identidad viril, se aleja de esos modelos infantiles y juveniles para llegar a la vida adulta en que deja de lado esa virilidad agresiva y bastante ridícula”.
Actualmente, sin embargo, esta condición se habría complejizado: “El modelo de la igualdad de sexos en la que no hay ninguna función reservada a los hombres y desconocida por las mujeres, hace que ellos ya no sepan cuál es su especificidad. Las mujeres, pase lo que pase y, aunque no sea fácil ser mujer hoy en día, saben que pueden hacer algo que los hombres no pueden hacer, es decir, un hijo. En cambio los hombres ya no tienen un área que les sea exclusivamente reservada. Eso crea una mayor dificultad en la adquisición del sentimiento de identidad masculina”.
Para la filósofa, habría otro factor muy relevante que complica aún más la situación: “Las mujeres esperan que los hombres tengan todas las virtudes del antiguo modelo y todas las del nuevo modelo; es decir, que sean a la vez protectores, que tengan toda la cortesía de antaño, aunque haya sido superficial; y, a la vez, que compartan lo que tienen con las mujeres, incluyendo las cargas tradicionales femeninas. Es demasiado. No se puede pasar de un modelo a otro en dos generaciones”.
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