Una de las partes más complejas, en los momentos de crisis es poder identificar cuando es momento de separarse. Suele ser más fácil cuando hay una evidente trasgresión a los acuerdos fundamentales de la relación, como infidelidades repetidas o una deslealtad mayor, si es que ya se habían advertido las consecuencias a estas faltas. Y, aún así, podemos tener dudas ya que sentimos que todavía amamos a nuestra pareja o nos da miedo enfrentar una vida sin el otro.
Es también complejo cuando existe un problema enquistado hace años y ya han pasado por muchos momentos de crisis por esa razón, pues a veces es difícil colocar el límite del “hasta cuando”. Algunos pueden tener una cierta tendencia de carácter muy resistente al malestar y pueden sentir que son capaces de tolerar hasta lo indecible. Pero, todo tiene un límite.
Cuando nos encontramos en la situación de que, en una crisis de pareja, comienzan a aparecer escaladas cada vez más intensas en las peleas o sencillamente están tan distanciados que no se están sintiendo en lo absoluto escuchados, el primer paso es ir informando al otro, comunicándole clara y directamente, que uno está mal en esta situación. Es decir, ya no se trata de culpabilizarlo, de responsabilizarlo de que la situación se está volviendo insostenible, sino plantearle que es tal su malestar, que está repercutiendo en su ánimo y en el deseo de seguir con la relación. Este proceso, siempre es sugerible comunicarlo de manera pausada, pero sostenidamente en el tiempo. Si el otro no reacciona, por que no puede o no quiere, sin duda llega el momento de dar un nuevo paso en este proceso.
La idea de separarse puede estar presentándose una y otra vez de manera intermitente durante los momentos críticos en una pareja, sin embargo, ésta puede aparecer como una sensación donde no hay certezas; más bien, surge como una necesidad de huída de una situación vivida como insostenible. Hay que poner atención a estos saltos emocionales. Si comunicamos que queremos separarnos cuando tenemos rabia o queremos huir, y al día siguiente nos arrepentimos y le decimos cuánto la/le amamos, podemos generar una gran confusión. A veces esto agrava las crisis, ya que el otro puede sentirse manipulado.
Suele parecer más claro cuando esta idea es consistente en el tiempo, todos los días por al menos 4 meses. Sin embargo, siempre es bueno hacer un segundo movimiento antes de comenzar a pensar seriamente en la separación misma. Es muy importante advertir al otro que si la situación sigue así, puede devenir en la decisión de ella o él de separarse. Y, esto es más efectivo cuando no están en medio de una pelea, sino en una conversación calma y seria.
En mi experiencia clínica, este tipo de acciones genera espacios de cambio, aún cuando no necesariamente se resuelve la conflictiva; quizás, éste movimiento abre posibilidades que – aunque puedan ser mínimas – dan pie a conversaciones o reacciones esperanzadoras. En esta situación hay que estar atentos a recibir los signos de una posibilidad de reorganización de pareja. Si aún no han asistido a Terapia, bueno, este es el momento, ya que hay mayor disposición en ambos a escucharse y sacar algo en limpio.
Si aún en la advertencia, la situación no cambia, es sugerible replegarse y volver a pensar en la separación, pero, aún queda un último movimiento.
Aunque pareciera que ya no hay nada que hacer, existe la posibilidad de transmitir la urgencia de cambio a través de otros canales. También, es posible sugerir un distanciamiento más claro, a nivel no verbal, pero sin dejar el hogar que comparten. Por ejemplo, separarse de camas, es decir, dormir en distintos dormitorios, el cese de conversaciones acerca de la relación, pero en un marco de cordialidad-distante, funcionando “como si” estuvieran separados, etc. En mi experiencia y la de Alejandra Godoy, nos hemos percatado que las “separaciones de prueba” fuera del hogar no resuelven nada, sino que complican más la crisis. Muchos me comentan que, al separase por un tiempo, pueden volver a “sentir que extrañan al otro” y que con eso se van a reencantar. Lo que he observado es más bien un cambio momentáneo de emoción, pero sin un contenido a la base, sólo postergando la crisis. Esta emoción suele disolverse con mucha facilidad. Además, debo comentar que considero que, cuando uno deja el hogar, esta acción es percibida como una reacción muy fuerte ante una crisis, lo que puede – posteriormente – generar desconfianza y miedo. Si aún así y sin terapia de por medio, no hay una disposición a abordar los problemas que tienen, estaríamos ad-portas de una separación. Sin embargo, el siguiente paso es una reflexión personal, a solas.
Como lo dije en otro artículo, tomar la decisión de separarse debiese ser una decisión informada; es decir, es muy importante saber cuales son las razones de porqué le voy a plantear a mi pareja que la relación va a terminar. Si escribir una lista de razones es necesario para visualizar el escenario de la crisis, háganlo. No sólo porque la pareja tiene todo el derecho a saber porqué la vida de ambos va a cambiar, sino como parte del inicio de la reflexión acerca de que fue lo que no funcionó. La culpa y la incomprensión son parte de estos eventos vitales y es justamente esta organización mental la que puede despejar de buena manera los excesos de “culpa y recriminación”.
Puede parecer que esta forma da pie a que se descalifiquen nuestras razones para separarnos, sin embargo, hay siempre que tener claro que aún cuando se nos prometa el oro y el moro, decir “me separo” se instala como un límite absoluto donde no hay más oportunidades, ya que uno siente que FUE SUFICIENTE. Ya no más intentos. Y esa es una decisión subjetiva que no admite cuestionamientos. Las razones no están en el mismo campo que las emociones. La disposición a actuar de cierta manera da un marco único posible para responder a ciertas expectativas y no otras. Es decir, muchas parejas pueden acceder a reintentarlo, pero su emoción, de frustración por ejemplo, se mantiene inamovible y no le permite recibir absolutamente nada de las muestras de cambio del otro. Es así como se mantiene una sensación continua de que todos los esfuerzos son inútiles. Y es cierto, se requiere de un fuerte cambio de emoción para permitir una apertura al otro después de una crisis. Pero, ¿Y si aún lo/a amo? Muchas veces se habla que el amor no es suficiente para sostener una relación, pero hay que entender por qué.
Si aún están pensando si deben separarse o no, les sugiero que lean “Las preguntas que hay que responder antes de separarse”
Suerte!
no pongas a los hijos de escusa ellos no quietan ni dan que se separen xk en realidad cuando lo hacen en los ultimos que se dan cuenta de las cosas sn ell@s
Hola; 16 años juntos, los primeros 3 llenos de azúcar la intensidad de las muestras de cariño comenzaron mermar de parte de mi esposa .Adopte hace tiempo cuando no estoy de acuerdo con algo hablarle con ella. Su respuesta en algún caso era no saber que le pasaba ,le recomendé ayuda profesional y no lo hizo .Seguimos adelante hasta que decidimos luego de creer haber solucionado los problemas tener un hijo. Pues ahora la prioridad para ambos es nuestro hijo lo cual está bien pero creo que la pareja debe seguir funcionando. Volvimos a tener otra crisis y cometí el error de relacionarme con otra mujer .Salió a la luz discutimos luego de un tiempo decidimos seguir adelante, con dificultades claro. Me disculpe por el error ,claro que para la otra parte no es suficiente pero lo hablamos y continuamos. Ahora no sólo soy el responsable de la situación sino que creo que llego al final. Sus muestras de cariño continúan cómo antes del problema quizás ahora con una justificación. Ahora pienso ya no va más y no se que hacer.
Agradecería vuestra opinión.
Saludos