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«Si Ud. Cree que las mujeres son las únicas que le dicen no al sexo, reconsidérelo. Millones de hombres tienen poco deseo de intimar con sus mujeres. El problema es que nadie habla acerca de ello. Hasta ahora. Este valioso libro revela la verdad sobre lo que sucede detrás de las puertas cerradas y lo que las parejas pueden hacer.” (John Gray, autor de Los Hombres son de Marte y las Mujeres son de Venus)

The Sex-Starved Wife: What to Do When He’s Lost Desire by Michele Weiner Davis(Simon & Schuster; January 2009)

La psicóloga Michele Weiner Davis, quien trabaja con parejas hace casi 30 años, publica en su último libro una lista de preguntas orientadas a que las mujeres delimiten si están padeciendo los problemas asociados al deseo hipoactivo de sus hombres:

¿Anhela desde hace largo tiempo más contacto y cercanía física?

¿Se siente dañada, deprimida, resentida o enojada debido a la falta de interés sexual de su esposo?

¿Su resentimiento la insta a cerrarse emocionalmente?

¿Fuera de enojarse, ha reprendido a su pareja o lo ha tratado mal?

¿Se pregunta si él realmente la ama?

¿Se ha cuestionado su feminidad o su atractivo?

¿Siente que ha construido una pared en torno suyo para protegerse de los sentimientos de rechazo?

¿Se le ha generado una creciente exasperación por no haber sido capaz de lograr que su marido comprenda lo que está faltando en vuestra relación de pareja?

¿Se ha sentido tentada a dejar atrás su matrimonio para encontrar compañía y excitación sexual?

¿Está tan desesperada que ha considerado tener (o ha tenido) un affair?

Después que Michele Davis publicara en 2003 su libro The Sex-Starved Marriage, enfocado a aquellas parejas donde existía una significativa discrepancia en el interés por el sexo y donde reportaba que también había hombres que evitaban las relaciones sexuales, se suscitó una gran conmoción y una reacción totalmente inesperada. La autora fue literalmente inundada por mails, cartas y llamadas telefónicas de  mujeres desesperadas por el apatía sexual de sus parejas. Como en nuestra sociedad impera el tabú implícito de tocar el tema del bajo deseo sexual masculino, ellas creían  que eran las únicas que se encontraban en dicha situación.

Es así como su libro más reciente es una especie de continuación natural de su publicación anterior y allí Davis afirma que, “créase o no, existen millones de hombres quienes, por una variedad de razones, sencillamente no están de humor.” Y agrega: “En efecto, estoy convencida que el bajo deseo sexual en los hombres es el secreto mejor guardado de América”.

Durante la elaboración de su libro realizó una exhaustiva revisión bibliográfica, sin embargo se encontró con una abrumadora escasez de  publicaciones en torno a esta problemática. En consecuencia, decidió averiguar entre sus colegas y efectuar ella misma una encuesta a nivel nacional, llegando a la convicción de que el deseo sexual hipoactivo en los varones ha ido en constante aumento en los últimos años, pero como en nuestra cultura la virilidad se encuentra indefectiblemente conectada a la masculinidad, es muy difícil determinar la real incidencia de esta disfunción.

De acuerdo con sus indagaciones, concluye que la mayoría de los hombres que padecen este problema se resisten a conversar sobre el tema con sus mujeres y se niegan a buscar ayuda profesional. Por otro lado, en estos matrimonios es el marido quien controla la frecuencia de las relaciones sexuales y quien tiene el derecho a veto. Pero más aún, ellos esperan que su esposa no solamente acepte esta situación, sino que además lo haga sin quejarse y sin caer en la infidelidad.

Si bien en los casos clásicos – en que es la mujer quien rechaza las relaciones sexuales – raramente los varones sienten que juegan algún rol en dicha problemática, cuando es el marido el que las evita, la esposa tiende a buscar su propia responsabilidad y suele culparse.

Según Davis, las causales de la disminución del deseo sexual en hombres van desde las biológicas hasta las personales y las asociadas a la relación de pareja. Entre los casos estudiados observó, por un lado, bajos niveles de testosterona, disfunciones erectiles o eyaculación precoz; y por otro lado, presencia de depresión, deficiente imagen corporal, cesantía, estrés, crisis de la edad media de vida, síndrome de la donna e la putana, homosexualidad latente, exceso de actividad masturbatoria, uso de pornografía y cibersexo a través de Internet y casos de infidelidad.

No obstante, las anteriores son motivos hasta cierto punto tradicionalmente mencionados. Quizás el mito más relevante que logró derrumbar la autora se refiera a que las razones invocadas por los propios afectados no difieren de las señaladas comúnmente por las mujeres que evitan el sexo con su pareja: desconexión emocional, resentimiento soterrado, problemas de pareja no resueltos, depresión, estrés, etc. Empero, el motivo más frecuentemente aducido por estos hombres que rechazan los avances sexuales de sus mujeres, es que las sienten criticonas y mandonas. La autora concluye: “los reproches y los retos no son precisamente afrodisíacos”!

Sin embargo, ante esta situación cabe el cuestionamiento que efectúa Davis: qué es primero: ¿el huevo o la gallina? ¿Los hombres se apagaron sexualmente porque sus esposas se enojan o ellas están resentidas porque sus maridos están distanciados física y emocionalmente?

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