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APEGO SEGURO EN PAREJA

APEGO SEGURO EN PAREJA

¿Te sientes querido y seguro dentro de tu relación de pareja?¿No te sientes ni privado de tu libertad ni dejado de lado? ¿Para sentirte cómodo no necesitas ni distanciarte ni aproximarte tanto?

Estas tendencias forman parte de lo que se conoce como ‘Apego Seguro’. Para sentirnos a salvo dentro de una relación de pareja necesitamos haber podido construir vínculos afectivos sanos y estrechos durante la infancia. Nuestro estilo de apego influye no solo en cómo nos sentimos sino que también en cómo pensamos.

Existen principalmente cuatro tipos de apego según como sea la combinación entre nuestra autoimagen y la imagen que tengamos de los demás. En un polo estaría el apego seguro caracterizado por una imagen positiva de sí mismo como de los otros. Y en el otro polo se ubicarían tres estilos de apego inseguro: el ansioso, el evitativo y el ambivalente.

Quienes tienen un Apego Seguro poseen una imagen positiva tanto respecto de sí mismos como de los demás. Como básicamente confían en sus fortalezas y en sus habilidades, poseen una autoestima equilibrada, sin mayores dudas acerca de su valía, pero tampoco presentan rasgos narcisistas. Asimismo creen que los demás son por lo general bien intencionados, bondadosos y dignos de fe.

Se mueven en el mundo con una actitud relajada y aunque les agrada estar con otras personas, no son dependientes y se hacen cargo de ellos mismos de forma autónoma, sin temerle a la soledad. No necesitan de la validación externa ni de una aceptación o afecto incondicional, a pesar de que sí pueden pedir ayuda cuando la requieren. Tienden a ser agradables, amables, auténticos, abiertos, flexibles, confiables y empáticos.

Fueron criados por padres o cuidadores habitualmente predecibles y directos, mostrando fortaleza, sensibilidad y muchas veces también sabiduría para interpretar y responder a las necesidades razonables del niño. Demás está agregar que fueron cálidos y afectuosos, aunque sin caer en la aceptación total, habiéndole puesto límites y enseñándoles a ser responsables con sus obligaciones.

Dado que cuando adultos no están apremiados por necesidades afectivas imperiosas o por el miedo a la soledad, suelen elegir a su pareja dándose un tiempo para conocerla mejor. Estando dentro de una relación se sienten cómodos tanto en situaciones de estrecha intimidad emocional como en los momentos de distancia, manteniendo un sano equilibrio entre aproximarse y alejarse. Al predominar la estabilidad emocional y regular adecuadamente sus experiencias, suelen construir relaciones interpersonales profundas, pero sin perder su propia independencia. Como tienden a emparejarse con alguien que también es seguro afectivamente, sus vínculos resultan ser más satisfactorios y de larga data. Si llegase a producirse una separación elaboran mejor la ruptura y dejan pasar un largo rato antes de volver a emparejarse.

A pesar de que creen en la existencia de un amor real y profundo, las expectativas que han construido son realistas y no demasiado altas. Saben que toda relación adolece de falencias, que dista de ser perfecta y que siempre estará sujeta a inevitables altibajos, aunque en el fondo prevalezca el afecto. Acostumbran no caer en discusiones por aspectos menores, pero ello no quiere decir que eviten los conflictos, expresando sus desacuerdos de un modo constructivo y controladamente, sin hostilidad y sin asumir un rol de víctima. Intentan resolver las diferencias mediante negociaciones porque están conscientes que los lazos de pareja perduran gracias a la seducción y no por imposición de obligaciones. Aunque buscan la reciprocidad, pueden ser generosos. Además son capaces de reconocer cuando están equivocados y no les cuesta perdonar.

Pese a que perciben las debilidades o deficiencias de su pareja, por lo general las aceptan y mantienen una imagen positiva de ella. Como se sienten queridos es difícil que aparezca un temor irracional a ser abandonados. Los aspectos más importantes de la relación – tal como el afectivo, el sexual y la solidaridad con el otro – los ponderan en función de las necesidades de ambos o de las circunstancias del momento, no desde lo que les apetece individualmente.

En el ámbito de la sexualidad consideran la masturbación como una necesidad biológica natural y la integran de forma saludable a su repertorio de actividades sexuales. Enfocan las experiencias sexuales con su pareja desde una mirada abierta y positiva, sin permitir que se interpongan luchas de poder y disfrutan tanto del sexo propiamente tal como del simple contacto físico. Valoran la calidad de la relación sexual por sobre la cantidad, sintiéndose más satisfechos que el promedio de la población. Las distintas disfunciones sexuales no son comunes entre quienes gozan de un apego seguro.

Al ser más maduros, equilibrados, estables emocionalmente y con menor propensión a mentir y a engañar, la probabilidad que incurran en conductas infieles es mucho menor. Rara vez caen en períodos promiscuos y no se involucran con alguien que ya está emparejado. Si su pareja ha sido infiel creen que en el trasfondo habría una responsabilidad compartida, en que ambos han cooperado en alguna medida. Atribuyen la infidelidad a importantes conflictos o insatisfacciones, ya sean sean derivadas de problemáticas en la comunicación y/o de otras dificultades. Aún así, de todos modos la conciben como una seria ruptura del pacto de exclusividad asumida explícitamente por ambos y eventualmente se traduce en la disminución de la confianza en la pareja. Es decir, es claramente significada como una transgresión relacional..

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